viernes, 4 de julio de 2014

Se va otro pionero

Cuando se habla del denominado 'periodismo morado' no se puede pasar por alto la importancia del Decano de los programas cofrades en la radio, 'Saeta', primero en Radio Vida y más tarde en COPE. Un espacio que cuenta con más de medio siglo de vida y que fue el germen de todo lo que vino después. Así, casi se podría decir que aquel cuarteto formado por Carlos Schlatter, José Manuel del Castillo, Chano Amador y Manolo Toro fueron los inventores de una forma de informar sobre todo lo relativo a la Semana Santa sin la que hoy día prácticamente seríamos incapaces de imaginarnos este mundillo.

Desafortunadamente, los dos primeros nos dejaron ya hace tiempo y ayer mismo recibieron al tercero, un Chano Amador que falleció tras una larga y cruel enfermedad. Con él se iba una de las voces más recordadas de la radio cofrade, que se hizo famosa no sólo por su inconfundible sonido, sino también por su especial forma de recitar sonetos de autores como Aquilino Duque. Igualmente, también estuvo en los inicios de las televisiones locales, presentando 'Carrera Oficial' y colaborando con otro gigante del 'periodismo morado' como José Luis Garrido García-Bustamante en Onda Giralda. Él, hermano de El Museo, se echaba a la espalda la retransmisión de la Madrugá mientras su compañero cumplía con sus quehaceres penitenciales en El Calvario, dando su particular toque a la noche mágica de Sevilla, la misma que bordeó la tragedia en aquel año 2000 que para siempre quedará unido a su locución.

Se va, en definitiva, una parte fundamental de la historia del periodismo cofrade, un pionero que sentó las bases de algo que ha ido creciendo de manera exponencial durante los últimos años pero que, probablemente, no habría sido igual si no hubiese estado él antes. Para la posteridad quedan sus versos hechos oración y esa inconfundible manera de contar lo que pasaba en clave capirotera. Ahora, comprobará cómo otros mantienen su herencia, reencontrándose con sus antiguos compañeros, viéndolo todo desde ese palco tan distinguido que siempre reserva sitio a gente como él en el cielo.

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