lunes, 22 de febrero de 2010

'Demogracia' cofrade

Está fuera de toda duda que el mejor de los sistemas políticos posibles es la democracia. En él, toda persona tiene la posibilidad de elegir a sus representantes y, por tanto, de ser un sujeto activo, de manera más o menos directa, de todo cuanto se hace en su comunidad. Sin embargo, como todo, también tiene sus fallos, sobre todo cuando hay quienes no entienden bien su funcionamiento o quienes permiten darle voz a minorías que para nada resultan representativas. Un claro ejemplo de ello se puede encontrar en la hermandad de Pasión, que va a quedarse sin poder llevar a la práctica una decisión respaldada por la mayoría de sus hermanos a finales del año pasado, la de que su paso de palio, el de la Virgen de la Merced, procesionase con música.

La razón es que un grupo de cinco hermanos impugnaron la votación ante el arzobispado, que resolvió en contra de esta petición, que ha sido, de nuevo recurrida. A este respecto, habría que tener en cuenta todo recurso necesita un tiempo medio de resolución de unos tres meses, durante los cuales se deja en suspenso la decisión sobre la que se discute. Por ello, y teniendo en cuenta que estamos a apenas 38 días del Jueves Santo, las cuentas no salen, por lo que, salvo sorpresa mayúscula (máxime ahora, cuando Palacio está enfrascado en el recurso de las elecciones en La Bofetá), el palio de Pasión volverá a salir en silencio.

Se trata, pues, de una situación ilógica, en la que la decisión de cinco hermanos, de un conjunto total de unos 4.100, pesa más que la de la mayoría que avaló con sus votos esta medida. Del mismo modo, y aún respetando las ideas y gustos de cada cual, no hay razones, como ya dijo en su momento el arzobispado, para tener en cuenta esta discusión. De hecho, ni siquiera la historia avala la queja, puesto que la Virgen de la Merced fue acompañada musicalmente hasta hace poco más de un siglo, por lo que se trataría de un regreso a la tradición. Y si la decisión cuenta con el apoyo de la mayoría, ¿no es más lógico respetar el resultado? ¿no sería lo más propio en el seno de una hermandad? Si el recurso, además, no tiene visos de prosperar, ¿para qué seguir adelante? ¿para aprovecharse de los plazos para salirse con la suya?

Lástima que en un mundo tan basado en lo colectivo como el de las cofradías, los mecanismos que permiten salvaguardar los derechos de las minorías (como en todo sistema democrático) lleguen, en ocasiones como ésta, a convertirse en tiránicos y satisfacer los caprichos de aquellos que deciden hacer la guerra por su cuenta. Menuda gracia.

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