Definitivamente, hay hermandades que no saben llevarse bien con el periodismo, que no entienden en qué consiste su actividad y cómo funciona. Sólo así puede entenderse el ridículo que ha firmado en los últimos días la hermandad de La Resurrección, con un comunicado en el que pedía explícitamente a los medios que no publicasen noticia alguna sobre su más que inminente cambio de horario de cara a 2013 (ya hablamos sobre ello aquí), algo que, se mire por dónde se mire, resulta absolutamente inviable.
Básicamente porque la libertad de información ampara que se pueda dar cuenta de cualquier cosa que sea noticiosa, siempre que respete los cánones de relevancia pública, que en este caso están fuera de toda duda, y veracidad, que también. Es lógico que moleste que muchos hermanos se estén enterando de los movimientos que está llevando a cabo la corporación a través de la prensa, pero, para ello, la solución no es matar al mensajero, sino mirar dentro de la propia cofradía a ver de dónde vienen las filtraciones y, una vez encontrada la fuente de las mismas, atajarlas.
Porque querer evitar que se hable de una parcela de la realidad, por muy propia que se sienta, es absurdo e imposible, por lo que, visto lo visto, a La Resurrección más le habría valido cerrar la boca y evitarse el ridículo. Y es que las especulaciones sobre cuándo saldrá el año que viene van a continuar, y de qué manera, a lo largo de los próximos meses, por mucho que quieran evitarlo. Sobre todo, porque Sevilla, a fin de cuentas, no es tan grande y aquí todos nos conocemos. Por eso, tras una medida tan absurda como la que han tomado, deberían recapacitar y ver que, muchas veces, lo mejor no es hablar, sino seguir como si nada si no se puede mejorar el silencio.
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