martes, 20 de marzo de 2012

Y no escarmienta

Cuando parece que Asenjo no puede fastidiarla más, rompe todos los pronósticos y se supera con creces. Quizás porque, pese a que lleva ya un par de años con nosotros y aún viniendo de una diócesis hermana como la de Córdoba, sigue sin querer darse cuenta de cómo funciona esto. Continúa viviendo en Palacio dando la espalda al entorno que lo rodea y soltando perlas que a buen seguro ningún otro se atrevería a dejar salir de su boca. Pero claro, como a él está claro que le da lo mismo, ¿para que va a perder la oportunidad de sumar otra 'joyita' a su cuenta particular?

Sólo así se puede explicar por qué el arzobispo no ha dudado en decir públicamente que las hermandades deberían hacer rogativas para que lloviese. Cierto es que aludió a la necesidad del agua para el campo como justificación. Pero, viviendo en Sevilla y sabiendo la que nos dio la lluvia el año pasado en Semana Santa (recuérdalo aquí), ¿no podría haber esperado hasta después para decirlo? Si ni siquiera se han dado datos alarmantes que hagan presagiar una sequía, ¿era necesario? Y ya puestos, este tipo de rogativas, ¿qué se harían, en esas extraordinarias que tantísimo aborrece? Además, si es por pedir, ¿no debería haber estado dentro de esta dinámica el Vía Crucis que no autorizó en Torreblanca (míralo aquí)? Será que Dios tiene mano en la naturaleza pero no en el mercado de trabajo...

El caso es que, una vez más, y ya hemos perdido la cuenta, Asenjo ha vuelto a lucirse, a dejarnos a todos con cara de incredulidad y echando de menos a un Amigo Vallejo que cada día que pasa parece más y más enorme a su lado. Él y su mundo, que poco o nada tienen que ver con la idiosincrasia de la ciudad en la que ejerce su labor pastoral. Y ojo que ahora viene la Semana Santa y seguro que volveremos a disfrutar de alguna que otra de sus perlitas. ¿Sabrá ya que los antifaces no son cubrerrostros? ¿Que la Esperanza de Triana está más cerca del puente que del Arco? A este paso, es verdad que vamos a tener que hacer rogativas, pero no para que llueva, sino para que nos den paciencia para aguantarlo.

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