Una de las grandes noticias que nos dejó la elección definitiva de las imágenes que participarán en el Vía Crucis Magno del 17-F fue que, por primera vez en su historia, el misterio del Señor Cautivo ante Pilatos de Torreblanca paseará por las calles del centro (recuérdalo aquí). En este sentido, se sabía que la decana de las Vísperas tendría que buscar un templo cercano al centro para poder realizar su salida, ya que la distancia de su barrio con respecto a la Catedral hacía prácticamente imposible que lo hiciese desde su casa, la iglesia de San Antonio de Padua.
Así, se especuló en un primer momento con la opción de San Lorenzo, pasando después a San José Obrero, donde, incluso, se llegaron a tomar medidas. Sin embargo, no será finalmente ninguna de las dos la morada circunstancial de la corporación del Sábado de Pasión. De hecho, esta saldrá desde Santa Marina, lugar al que se trasladará de modo privado durante las jornadas previas al evento. De este modo, el primer domingo de Cuaresma, el imponente misterio que gubiase José Antonio Blanco iniciará su camino hacia el corazón de la ciudad tras franquear una ojiva histórica, la misma que cada año, el Domingo de Resurrección, es testigo de cómo se reactiva la espera y se despiden los días grandes.
Será por tanto, la mejor metáfora posible de la Semana Santa, con una cofradía de Vísperas, que además debuta en el centro, saliendo por el mismo pórtico donde se termina el tiempo de las túnicas y los capirotes. Y, para más inri, será justo en el primer fin de semana de la Cuaresma, cuando la cuenta atrás hacia otro Domingo de Ramos se acelere a pasos agigantados. Una vez más, lo que está por venir, lo que es y lo que pronto pasará a ser lo que fue, el principio y el fin, se darán la mano como si nada. Porque la estancia de Torreblanca en Santa Marina no sólo puede verse como algo anecdótico y puntual, sino como el mejor simbolismo para aquello que muchos entendemos que es la vida: una Semana.
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