Se ha hecho esperar muchísimo más de lo inicialmente esperado, pero por fin hemos podido ver con acompañamiento musical a la Virgen de la Merced de Pasión. Ha sido, probablemente, el estreno que más se ha hecho esperar en la historia de nuestra Semana Santa, puesto que pese a que se decidió cambiar el silencio por la Oliva de Salteras a finales de 2009, entre unas cosas y otras no ha sido hasta este Jueves Santo de 2013 cuando se ha podido comprobar que este palio gana bastante con unos sones que no disfrutaba desde finales del siglo XIX, cuando prescindió de él por problemas económicos.
El caso es que un par de recursos de una minoría disconforme con la junta de gobierno que preside Javier Criado prolongó que sólo se escucharan los varales y las bambalinas en 2010 (recuérdalo aquí). Después, después de que el Arzobispado dando la razón a la cofradía (leelo aquí), la lluvia dejó en casa a la corporación durante 2011 y 2012, dejándolo todo para este año, cuando por fin las nubes nos dieron una tregua y permitieron que ese viejo sueño de parte de la corporación del Salvador se hiciese realidad. Y lo cierto es que con un repertorio tremendamente medido y elegante, un andar que se ajustaba a la perfección a él, sin perder jamás la seriedad, y la magia del propio Jueves Santo el palio de la Virgen de la Merced ha ganado muchísimo, más de lo que muchos esperaban.
Cierto es que todavía quedan defensores del silencio como único acompañamiento, reivindicando el carácter de ruán negro que siempre ha caracterizado a esta cofradía. Es más, puede que sobre ese mismo tema hablasen durante todo el recorrido la propia Virgen y San Juan, quienes, ojalá, hayan llegado a idéntica conclusión que la mayoría de quienes los veían a pie de calle: que ha sido un estreno que se ha dejado querer más de lo deseado, pero que, como todo lo que cuesta, ha merecido la pena esperarlo. Porque a la cuarta fue por fin la vencida de un estreno con el que soñábamos.
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