sábado, 13 de abril de 2013

Ya sólo queda un año...

Aunque, ahora mismo, Sevilla comience a oler a Feria e, incluso, muchos de nosotros sigamos sin tener la sensación de que este año ha habido Semana Santa, lo cierto es que llevamos unos días con otra cuenta atrás empezada y hoy, curiosamente, llegamos al primero de sus puntos de control. Porque este 13 de abril se encuentra exactamente a un año de un nuevo Domingo de Ramos, ese que llegará en 2014 y en el que esperamos comenzar a dejar atrás, de una vez por todas, los malos recuerdos de las tres últimas ediciones de los días grandes, que nos han dejado más sinsabores que alegrías a todos los cofrades.

Nos encontramos a doce meses de levantarnos con la resaca de unas Vísperas que todo apunta que vendrán más cargadas de nazarenos y tener la oportunidad de poder disfrutar de las carreritas de los niños sobre una rampa del Salvador que hace apenas una semana desapareció de la plaza. Estamos a 365 días de volver a saborear ese ambiente único e irrepetible que tiene esa mañana de palmas, de colas a las puertas de los templos y en la que Sevilla viste sus mejores galas, consciente de que como reza el refranero quien no estrena corre el serio riesgo de que se le caigan las manos.

Por eso la ciudad lo hace, omnubilada con sus cofradías, cayendo presa del blanco impoluto que simboliza la inocencia de los niños de La Borriquita, el sabor a barrio en El Porvenir en La Paz, el reflejo del sacramento de la Eucaristía en La Cena o el silencio de las filas de La Amargura. Esa tarde marcada por los milagros de las salidas de Jesús Despojado o La Hiniesta, de los aires marineros de La Estrella, de los guiños al Arco y la Madrugá en San Roque o el ruán negro de luto en El Amor. Detalles de los que hace bien poco la lluvia nos privó y que en apenas un año esperamos volver a paladear como Dios manda. Porque hoy sí que podemos decir eso de "ya queda menos", apenas un calendario completo para que la ciudad vuelva a abrir los brazos a una primavera que esperamos como agua de mayo y que, por desgracia, se ha mostrado con nosotros últimamente tan traicionera.

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