martes, 8 de octubre de 2013

De trámites y expertos

La pasada semana, los hermanos de San Benito eligieron a Juan Manuel Miñarro para que fuese el encargado de realizar la restauración de la Virgen de la Encarnación, unos trabajos que llevará a cabo justo después de Semana Santa, toda vez que se prevé que duren alrededor de cinco meses y, en previsión de que pudiesen surgir imprevistos que alargasen aún más su ejecución, se quiere evitar que todo se tuviese que hacer con demasiada celeridad para que la Reina de La Calzá estuviese en su palio el Martes Santo. No obstante, hay detalles cuanto menos peculiares en cómo se ha tratado esta decisión.

Primero, porque hace meses fue el propio cabildo de hermanos el que se negó a que se llevase a cabo, una situación que obligó a la junta de gobierno, habida cuenta de los informes que aconsejaban retoques en la imagen, a formular la pregunta de otra manera. Así, dando por hecho que la Virgen pasaría por el taller, dio a elegir entre Miñaro, Manzano y el IAPH, siendo elegido el primero por abrumadora mayoría. El único problema es saber en razón a qué se votó por él ¿por ser el más conocido? ¿por qué el de al lado también lo votó? ¿tiene el cofrade de a pie elementos suficientes para saber quién está mejor preparado para acometer trabajos así?

Porque nadie pone en duda el buenhacer de Miñarro, pero tampoco el de los otros dos candidatos, que pasaron sin pena ni gloria por las votaciones. Pero, sin dejar a un lado el régimen democrático que debe imperar en toda hermandad por basarse en el principio de igualdad entre sus integrantes, no hay que olvidar que hay temas sobre los que deberían pronunciarse expertos, ya que si no se dan casos como este, en el que los mismos que no aceptaron una restauración que, a los hechos nos remitimos, hacía falta son precisamente los que meses después deciden quién la hace ¿no habría sido más lógico que la propia junta hubiese decidido por ella misma y, al menos, obviar aquel primer cabildo? ¿o incluso los dos? Y es que a veces, se peca de ser transparente, dando lugar a situaciones que se ven como normales en nuestras cofradías, pero que rayan en lo inverosimil.

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