martes, 14 de febrero de 2012

Te estaré esperando

Como esperan los naranjos de la Alfalfa al olivo del misterio de La Redención; igual que el sol de media tarde en San Martín poder reflejarse en los respiraderos de La Lanzada; al modo en el que la rampa del Salvador ansía su reencuentro de cada año con el Señor de Pasión... así te estaré esperando yo. Sin plazos ni fechas, sin un día en marcado en rojo en el calendario, viviendo una particular Cuaresma que no sé cuándo ni cómo acabará, pero que por fortuna sí se que ha empezado. Porque a ciegas te buscaba en mi programa de mano y después de mucho tiempo dando tumbos, por fin te he encontrado.

Por eso, mi intención no es colocarme a un lado de la calle y verte pasar, sino sacar en tu cofradía papeleta de sitio para largo, aún siendo consciente de que tienes la sartén por el mango y que, como en las buenas cuadrillas, eres tú quien marca los tiempos y los cambios. Menos mal que soy capillita desde chico y estoy acostumbrado a llevarme la vida esperando. Sobre todo cuando uno ve que tus ojos brillan más de lo que ya quisiera cualquier candelería, porque ya no imagino sin tu presencia mi día a día, ya que contigo el tiempo pasa volando... y así no hay prisa que valga para que el tiempo decida si inclina su balanza para uno u otro lado.

De momento sé que el próximo Domingo de Ramos iré por tu culpa de estreno, que no se me caerán las manos; que tendré la mejor compañera de bullas que se me ocurre disfrutando de jornadas que, si la lluvia no lo impide, vendrán repletas de capirotes y pasos. Ya lo demás se verá, según quiera el destino, descubriendo qué nos tiene reservado. En cualquier caso, y con independencia de lo que ocurra, como Sevilla a su Semana Santa, que sepas que, quieras o no, yo te estaré esperando.

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