Que cunda el ejemplo

Según reza el dicho, a la mujer del César no le bastaba con ser honesta, sino que también debía parecerlo. Y precisamente esta máxima, aunque cambiando la honestidad por la seriedad, debería ser extrapolable al mundo de las cofradías, que de un tiempo a esta parte vive inmersa en un 'todo vale' en el que se han perdido por el camino muchos principios básicos. Ya hablamos hace tiempo de este tema en el blog cuando surgió la polémica por aquel video del programa 'Así nos va' de La Sexta (recuérdalo aquí) y ahora todo vuelve a tener actualidad a partir de una decisión tomada en el seno de la banda de cornetas y tambores de El Sol.

Y es que la dirección de esta formación ha decidido expulsar de la misma a un integrante que cedió su corneta y casco a una amiga para que se hiciese una foto con ellos y que después esta circulase por la red. Una idea inocente y hasta ingenua, pero que le ha costado el sitio en la banda y, lo peor por todo, por méritos propios. Primero, por la existencia de unas normas de régimen interno que prohiben ese tipo de actos, que llevan consigo sanciones siempre. Pero, es que además, por pura lógica de imagen, el propio mundo de las cofradías no debe permitirse comportamientos así.

Porque si estos elementos se utilizan casi a modo de disfraz, ¿qué diferenciaría habría con el carnaval? ¿cómo queremos pretender que se nos tome en serio si ni nosotros mismos lo hacemos? Cierto es que se han hecho mil cosas peores y que prácticamente ninguna ha encontrado sanción, pero recurrir a eso como argumento resulta tan absurdo como pobre, sobre todo porque se deberían estar aplicado medidas así desde hace años. De ser así, otro gallo cantaría y no estaríamos viviendo escenas tan ridículas como nazarenos posando junto a turistas o personajes famosos. Por algún lado se debía empezar y, afortunadamente, en la banda de El Sol tienen bien claro cómo se deben hacer las cosas, encontrando esa difusa frontera entre la libertad y el libertinaje que pocos ven o entienden hoy día. No todo vale y no se trata sólo de ser serio, sino también de parecerlo. Si fuese así, este tipo de medidas no tendrían que llegar a tomarse, aunque, a decir verdad, debería cundir el ejemplo.