viernes, 11 de febrero de 2011

Autopista hacia el Cielo

Últimamente estamos de lo más deportivo en el mundo de las cofradías. Ayer mismo hablábamos de la relación de estas con la final de la Copa del Rey y hoy, de una visita a La Macarena tan sorprendente como reseñable. Se trata del piloto de Fórmula Uno Jaime Alguersuari, que pese a ser catalán, es un grandísimo devoto de la Señora de San Gil, cuya imagen le acompaña en cada prueba en su casco, a través de varias estampas que le entregó su madre y que lleva siempre consigo. Por ello, quiso verla de cerca y hacerle una ofrenda floral con la que darle las gracias por ser su 'copilota' en tantísimas carreras, pero también pedirle su compañía en todas las que le queden por delante.

En este sentido, se ve que pesa en sus genes la herencia de una de sus tatarabuelas, que vivió en Sevilla y que, incluso, trabajó en el taller de Rodríguez Ojeda, el mismo que revolucionó la estética no sólo de la corporación del viejo arrabal, sino, por contagio, la de toda la Semana Santa. Así, casi se podría decir que Alguersuari se reencontró con parte de sus raíces, las mismas que le han hecho tener una casa en la ciudad desde hace años y que, si la temporada no lo impide, sea uno más en la bulla de la Madrugá a la vera del palio de la Virgen de la Esperanza.

De este modo, el circuito de Jerez, donde están entrenando los pilotos de Fórmula Uno antes del inicio del Mundial, se extendió por unas horas a la calle Bécquer, donde la basílica volvió a convertirse en una autopista hacia el Cielo, ese que tiene nombre femenino, se encuentra en el camarín y viste de verde Esperanza. Con ello queda claro que no sólo Sevilla llama a la Virgen Macarena, sino también gente que nunca la ha visto en su palio y atravesando su arco, quienes jamás la esperaron en la calle Feria o vieron amanecer el Viernes Santo a su lado. Es el enésimo milagro de esa Niña que sigue siendo joven con casi medio milenio a sus espaldas. Y hay quien todavía se pregunta quien la hizo... qué más da, si es la única capaz de que todo el mundo, la conozca o no, se postre a sus plantas.

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