lunes, 29 de octubre de 2012

Entonces y ahora

Está claro que desde hace un par de semanas, todo el mundo habla del Vía Crucis Magno que tendrá lugar el domingo 17 de febrero. No en vano, se trata de un acto único y sin precedentes en nuestra ciudad o, al menos, que se hayan llevado a la práctica. Y es que, ciertamente, hace seis años se intentó hacer algo parecido, más extraordinario si cabe, pero todo fue abortado a las primeras de cambio debido al revuelo que formó sólo su sugerencia, dejándonos sin poder disfrutar de una imagen que, a buen seguro, hubiese sido absolutamente irrepetible.

Habría que remontarse a la X edición de la ya difunta Munarco, que en 2006 tuvo su sede repartida entre la Casa de la Provincia, el Alcázar y la Catedral. Precisamente en este último enclave se procedió a realizar una exposición de pasos tanto de Sevilla, que estuvo representada por el misterio de La Misión, como del resto de España. Así, en el templo metropolitano estuvieron, entre otros, el del Nazareno de Los Santos de Maimona (Badajoz), Nuestro Padre Jesús y la Samaritana de Totana (Murcia) y El Prendimiento de Valladolid. De igual modo, se barajó la opción de que el último día se cerrase con una procesión extraordinaria de todos estos pasos por la Avenida, al modo en el que lo harán dentro de tres meses.

Aquella iniciativa se encontró, de pleno, con el rechazo de la Sevilla más reaccionaria, que vio la idea como un ataque a lo más hondo de su ser. Este hecho hizo añicos el proyecto, que se desechó casi al instante. Curiosamente, muchos de los que se llevaron las manos a la cabeza entonces aceptaron de buen grado el Vía Crucis de la JMJ en Madrid y, ahora, aunque quizás con alguna que otra reserva, no le hacen ascos a lo dictado por Asenjo. Con todo ello, tenemos un nuevo reflejo de lo que, a grandes rasgos, hemos cambiado en menos de una década, dejando claro que lo que no pudo ser entonces quizás sí que podría llevarse a cabo ahora.

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