jueves, 11 de octubre de 2012

Una medida que abre el debate

Con división de opiniones. Así ha sido acogida en primera instancia el Magno Vía Crucis que tendrá lugar el próximo 17 de febrero en Sevilla. Y es que la medida, pese a su suntuosidad e importancia trae consigo demasiada letra pequeña, provocando demasiadas disconformidades desde que salió a la luz pública. De hecho, pocos son los que han celebrado esta decisión, lanzándose por completo a unas quinielas de candidatos que, todavía, están demasiado abiertas. Sólo se sabe que, salvo sorpresa mayúscula, el Resucitado no cerrará el cortejo, sino, en todo caso, una Dolorosa, al modo en el que ya lo hizo el pasado año en Madrid la Virgen de Regla (recuérdalo aquí), algo que ya ha provocado las primeras quejas desde Santa Marina, donde recuerdan, con buen criterio, que es precisamente esta advocación la que cierra y da sentido a la Semana Santa.

Pero no esa la única crítica. Hay quienes echan en falta que este mismo panorama se hubiese llevado a la práctica no con un Vía Crucis, sino en un Santo Entierro que hubiese cerrado por todo lo alto los días grandes, incluyendo en su cortejo a las devociones más importantes de la ciudad. Es más, teniendo en cuenta que todo se va a llevar a cabo sobre andas, no faltan voces que recuerdan que hay imágenes que pierden parte de su sentido iconográfico fuera de los misterios en los que procesionan, por lo que la estación que recrearían quedaría, por decirlo de algún modo, incompleta. 

Aunque lo que muchos le echan en cara a Asenjo es que, con todo esto, ha vuelto a poner en duda cuál es su vara de medir. No en vano, hace apenas unos meses suspendió Vía Crucis como el de Torreblanca (míralo aquí) y ahora organiza uno de dimensiones colosales en plena Avenida. Lleva años negándose por sistema a las salidas extraordinarias y, además de este evento, decreta una procesión adicional para la Virgen de los Reyes. Cierto es que la situación podría verse, entre líneas, como un acercamiento al mundo de las cofradías, pero también es verdad que muchas de ellas se encuentran tremendamente confundidas debido a los continuos cambios de rasero que aplica. Y es que, con tanto bandazo, uno siempre corre un serio riesgo de estrellarse, máxime cuando se tienen en cuenta tantísimas cuentas pendientes.

El caso es que, pese a que en los últimos días en Sevilla no se habla de otra cosa, el Magno Vía Crucis del 17 de febrero no ha sido recibido por todos de la misma manera, quizás provocando más voces discordantes que concordantes a lo largo de sus primeras horas de vida. En este sentido, es de suponer que en breve, cuando comiencen a conocerse nombres de imágenes, las aguas puedan volver a removerse o calmarse del todo, aunque esta última posibilidad parece más improbable, sobre todo, por la idiosincrasia de esta ciudad dual en la que todo lo que se salga de la normalidad provoca, inherentemente, una división de opiniones.

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