Un guiño del tiempo

En este mes de octubre del que ya nos estamos despidiendo, hemos vivido una particular resurrección que, para muchos, ha pasado algo desapercibida. Ha sido en Las Cigarreras, donde el pasado ha hecho un guiño al presente en los primeros compases de un medida que nace con la vista puesta en el futuro. Quizás, dicho así, suene algo difícil de entender, aunque en la práctica es muy sencillo, porque se reduce a que la corporación del Jueves Santo ha vivido un estreno que espera consolidarse con el paso de los años y que, entre sus medidas iniciales, ha estado la de recuperar una parte esencial de su historia.

En este sentido, se trata del antiguo titular cristífero de la cofradía, que fue tallado por Amaro Vázquez a principios del siglo XVII y que dejó su sitio al actual, gubiado por Francisco Buiza, en 1972. Se trata de una talla que había desaparecido para el gran público, al encontrarse guardada en la sacristía, y que desde hace unas semanas puede verse presidiendo el actual misterio de la hermandad en la nueva sala de exposiciones de la misma, situada en la propia capilla. Con ello, las imágenes secundarias de Navarro Arteaga comparten escenario con otra talla con la que nunca lo habían hecho, dando lugar a una estampa que sintetiza la historia de Las Cigarreras y que resulta digna de admirar.

Así, frente a la dulzura, tranquilidad y hasta sumisión del Cristo, propias de la época en la que fue realizado, contrasta la expresividad del resto de personajes, dando lugar a una imagen tan sorprendente como bella, de esas que hacen a uno pensar en lo que, por los avatares de los tiempos, nos hemos perdido. Sea como fuere, y tras dos Jueves Santos consecutivos en blanco, muchos empezamos a desear, no sin disfrutar de esta medida, que pronto sea el Señor de la Sagrada Columna y Azotes quien ocupe de nuevo su sitio para pasearse por la ciudad, algo que no hace en su trono desde 2010. Mientras tanto, Cronos nos ha regalado este guiño que desde hace casi un mes Sevilla está paladeando.