lunes, 15 de julio de 2013

Como siglos atrás

Hace siglos, muchos, Sevilla era conocida como Ispal o tierra de palos, puesto que era un conjunto de casas que se elevaban de las aguas del río mediante pilares de madera. No en vano, el Guadalquivir tenía un curso bien diferente, pasando por el centro y llegando por zonas como la Costanilla, haciendo que puntos como la Alameda estuviesen totalmente sumergidas. Quizás este detalle, tiempo después, motivaría que en sus alrededores creciese una devoción tremenda hacia la Patrona de los Marineros, la Virgen del Carmen, que en esta collación tiene también apellidos, siendo la de Calatrava.

Y siguiendo la herencia histórica, hoy mismo, 24 horas antes de que el calendario nos diga que ha llegado el día en el que celebre su festividad, irá a buscar nuevamente el Guadalquivir para surcar sus aguas y bendecirlas. Así, será trasladada en andas hasta La Barqueta, donde la estará esperando una pequeña embarcación que la paseará por la que, según dicen, es la 'calle más larga de Sevilla'. Todo, en loor de multitudes, reencontrándose con una tradición que se pierde en los confines de la memoria y que nos retrotrae a aquellos lejanos tiempos en los que aún no había nacido ni la vieja Híspalis.

Aunque eso hoy poco importará, porque, como por arte de magia, La Alameda parecerá estar más cerca que nunca de ese río que fue suyo tiempo atrás y que incluso temió después con sus crecidas. Pero esta tarde no habrá lugar para miedos y sí para mucha devoción, la de esa Virgen del Carmen de Calatrava que anunciará a la ciudad que estamos en pleno ciclo de la Reina del Carmelo, tiñendo cada punto de la misma de marrón y blanco. Incluso, las aguas de un Guadalquivir que olerá a incienso, como quizás pudo hacerlo vagamente cuando la capital de Andalucía se llamaba Ispal, cuando, como ocurrirá hoy, toda la vida pasaba sobre sus aguas.

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