La pasada semana, casi sin quererlo, la iglesia de San Antonio de Padua se convirtió en un importante foco de interés en clave cofrade. Fue por dos noticias que salieron a la luz casi consecutivamente y que tuvieron como protagonistas a corporaciones diferentes de nuestra Semana Santa. Una de ellas, como no podía ser de otra manera, la que tiene al mencionado templo como sede canónica, El Buen Fin, que a partir de ahora podrá sentirse allí, aún más si cabe, como en su propia casa, puesto que a partir de ahora será la corporación del Miércoles Santo la que regente el antiguo convento.
Todo gracias a un acuerdo alcanzado con los Franciscanos, que se marcharon de allí el año pasado y que permitirá, entre otras cosas, que el centro de estimulación precoz de la cofradía pase de tener 140 metros cuadrados a un total de 400. Una decisión que la junta de gobierno ha calificado como "valiente" y que permitirá que la hermandad no tenga que mudarse tras casi 400 años viviendo en el mismo sitio, donde, curiosamente, ha estado a punto de empezar a tener vecinos en las últimas fechas. Concretamente, una corporación del Viernes Santo.
Porque La Soledad de San Buenaventura pensó muy seriamente irse a San Antonio de Padua para poder así cumplir su anhelo de sacar al Señor de la Salvación. Es más, se llegaron a tomar medidas incluso para ver si cabían los pasos, aunque el hecho de que, el de momento, único de la cofradía no cupiese por la puerta abortó cualquier posibilidad de ver a los de Carlos Cañal por el barrio de San Lorenzo. No obstante, la cofradía sigue admitiendo abiertamente que no descarta seguir buscando otro templo, pese a que todo parecía indicar que ya se había desestimado esa posibilidad y que seguirían en San Buenaventura (recuérdalo aquí). Al menos, eso es lo que demuestran los últimos acontecimientos, donde, como otros muchos en Sevilla, han mirado también a San Antonio.
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