martes, 17 de julio de 2012

El centro se hace río

Dicen los historiadores que hace siglos, el río Guadalquivir recorría las calles del centro de la ciudad, entrando por la Alameda y llegando hasta San Isidoro. Cuentan que, con el paso de los años, las aguas fueron dejando sitio a la tierra de aquella primitiva Híspalis que recibía su nombre de las casas que se hacían sobreelevadas del terreno fluvial por palos. De aquello, hace muchísimo, hasta el punto de que no hay imágenes que lo constaten, sólo investigaciones, especulaciones al respecto y vestigios que se encuentran cada vez que se escarba un poco en el suelo de esos puntos.

Pero también hay una jornada en el año en la que Cronos parece hacer un guiño a aquella época, en la que el corazón de la ciudad vuelve a sentirse río por unas horas mientras surca sus aguas, ahora de cemento y alquitrán, una Capitana que responde al nombre de Carmen y que bendecirá todo a su paso desde sus andas. Saldrá del Santo Ángel, cuando el sol comience a esconderse dejando su sitio a la luna. En ese momento, el centro se teñirá de marrón y blanco, el de un hábito Carmelita que hace años nos robaron las procesiones de Semana Santa en el templo de la calle Rioja, desde donde salieron corporaciones como La Lanzada o El Valle, y que hoy, paradojas de la vida, nos regalará la última que paseará por ese punto hasta septiembre.

Por eso, cuanto ocurra en unas horas por el centro será diferente, llevando nuestra imaginación a tiempos pasados, pero también futuros, mientras disfrutamos el presente como se merece. ¿Otro milagro de la Virgen del Carmen? Puede. El caso es que de su  mano el río hoy extiende sus dominios hasta puntos que tuvo bajo su manto hace mucho y que, aún sin agua, vivirán algo parecido gracias a la Reina del Santo Ángel. Y es que el ciclo continúa y, pese a lo que digan muchos, nunca un día es igual que otro.

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