Estaba previsto que en este mes que ya nos dice adiós, San Lorenzo se quedase momentáneamente huérfano de Gran Poder (recuérdalo aquí). Sin embargo, los días han ido pasando, la séptima hoja del calendario se ha ido consumiendo y no se han producido novedades en la basílica. Todo ha seguido como si nada, con total y absoluta normalidad. ¿Significa eso que la intervención no se va a llevar definitivamente a cabo? Ni mucho menos. No será, obviamente, ahora mismo, sino a la vuelta de vacaciones.
Y es que la elaboración de las piezas que se le van a implantar a la obra maestra de Juan de Mesa está tardando más de lo esperado, hasta el punto de que, en principio, no estarán acabadas hasta dentro de unas semanas. Por ello, la corporación de la Madrugá ha decidido que los trabajos se pospongan hasta septiembre, cuando el Señor sea bajado de su camarín un domingo, aún por determinar, se traslade a otras dependencias del templo y vuelva como nuevo entre cuatro o cinco días después, con tal de que pueda atender las visitas de sus devotos de cada viernes.
De este modo, Sevilla ha tenido un tiempo extra con el que no contaba para poder ir a rezarle, a postrarse a sus plantas y demandarle tantas y tantas cosas que en estos tiempos difíciles nos hacen falta. Porque sus 'vacaciones' se van a demorar un par de meses más. Quizás, porque es consciente de que ahora, más que nunca, muchos necesitamos que nos eche una mano. Y es que nada sucede porque sí, sobre todo si tiene que ver con alguien tan divino que salió de un trozo de madera para mostrarnos con toda crudeza el dolor de lo humano.
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