Hay pasos que dan sentido a una etapa concreta del calendario, procesiones sin las cuales no se entenderían determinadas estaciones. Hoy, por la feligresía de San Román y el centro podremos disfrutar de uno de ellos. Concretamente, de ese palio que se viste de Glorias, al que el exilio no le ha podido quitar el apellido y que, como mandan los cánones, se pondrá en la calle un 16 de julio para celebrar por todo lo alto la festividad de la Reina del Carmelo. Porque Sevilla verá un nuevo síntoma de su verano, más allá del calor o las calles semidesiertas por los efectos colaterales de las vacaciones.
Y es que en unas horas tendremos paseándose por el corazón de la ciudad a la Virgen del Carmen de Santa Catalina, esa que muestra que las advocaciones letíficas también pueden ir con aires de Dolorosa, entre candelería y bambalinas, regalando bullas y olor a incienso a una capital hispalense que vive en su particular duermevela de cada verano, pero que hoy despierta por completo para no perderse detalle de cuanto la que desde hace unos años se ha convertido en la Vecina más insigne de San Román, pese a saber que su verdadero templo, como gran parte de su corazoncito, lleva demasiado tiempo cerrado.
Probablemente, cuando pase cerca de él, contendrá alguna que otra lagrimilla y pedirá al Cielo que más pronto que tarde pueda regresar a sus adentros. También el resto de la ciudad lo reclamará a su lado, como otras tantas cosas que también echamos en falta en estos tiempos tan complicados que nos han tocado vivir y que, como aprendimos desde pequeños, resultan siempre algo más llevaderos disfrutande de tardes como esta, entre pasos. Y no una tarde cualquiera, sino una de esas que dan sentido al calendario y que proclaman a los cuatro vientos que en Sevilla ya es verano.
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