lunes, 2 de diciembre de 2013

La Inmaculada del Arco

Diciembre ha comenzado de un modo diferente junto al Arco. Allí se han tomado al pie de la letra eso de que acabamos de entrar de lleno en el mes de la Inmaculada y se ha intentado mostrar a Sevilla una nueva revisión sobre esta advocación mariana. Ha sido con aires de Madrugá, tintineo de mariquillas y teniendo como principal protagonista a una Virgen que dentro de unos días, apenas 16, celebrará por todo lo alto su onomástica. Y no una cualquiera, sino esa que despierta en quien la ve la Esperanza y que todo el mundo conoce por Macarena.

Porque el nuevo equipo de priostía de la Reina de San Gil ha decidido estrenarse en el cargo por todo lo alto, vistiéndola de un modo que, sin abandonar para nada los cánones estéticos que siempre ha tenido, también pueda verse como un homenaje a la Inmaculada. Para ello, Fernando Marmolejo y Jerónimo Núñez la han despojado de su corona, colocándole una aureola de estrellas que evoca a la representación iconográfica más extendida de la Madre de Dios y dota a la imagen de una sencillez que la hace aún más bella si cabe. Igualmente, a su pies está la media luna de plata de la Virgen del Rosario, que también le ha dejado su saya rosa neobarroca, que junto al manto celeste de 1964 y una toca de encaje hecha por Fernández y Enríquez compone una apariencia tan singular como divina para la Macarena.

Con todo ello, la hermandad ha querido que la Virgen inicie el tiempo de Adviento tal y como hace siglos la imaginó el maestro y suegro del gran Diego de Velázquez, Francisco Pacheco, quien, quizás, vio de cerca su hechura si, como sostienen algunos, fue gubiada por Martínez Montañés o, incluso, Juan de Mesa. Una estampa desconocida hasta la fecha, pero que hace más obligatorio todavía pasarse durante estos días por la basílica, donde se puede ver a una Reina de San Gil más humana que de costumbre, casi como si se hubiese escapado de un cuadro, demostrando que la Esperanza es el nombre de la Madre de Dios, de esa Esperanza que vive a la vera del Arco.

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