martes, 10 de diciembre de 2013

Vuelve como nueva

Ayer hablábamos de una Divina Pastora y hoy volvemos a hacerlo de otra. En este caso, de la de Capuchinos, que también se convirtió en protagonista de muchas conversaciones durante el pasado puente. No en vano, la talla regresó a su templo tras ser restaurada, apareciendo casi como nueva, más humana y joven, gracias al gran trabajo que ha desarrollado por Fernando Aguado en su taller a lo largo de los próximos meses. Una actuación profunda y que no solo ha tenido como principal foco de interés a la imagen de la Virgen, sino también a las del Niño Jesús y el cordero que los acompaña desde siempre.

Así, se han repolicromado a las tres tallas, que se encontraban muy afectadas por diversos repintes, haciendo que su tono sea mucho más uniforme y natural que antes. Igualmente, a la Madre de Dios se le han cambiado las articulaciones para facilitar las tareas a sus vestidores, algo para lo que también se ha mejorado el sistema de sujeción de los aros y la corona. Por su parte a su Hijo se le han arreglando sendas fracturas que tenía en los extremidades y se ha solventado un problema de estabilidad que tenía con una contrapeana. Y en cuanto al cordero, se le ha 'cuarado' de sus fisuras y grietas.

Con todo ello, la escena ha vuelto a brillar como hace años que no podía hacerlo, rejuveneciendo varias décadas y, por si fuese poco, presentándose de vuelta a sus devotos de un modo más sencillo que de costumbre, sin árbol ni la parafernalia de Reina. Así, todo parecía más íntimo y humilde, realzando aún más si cabe la emotividad de un reencuentro que por Capuchinos se llevaba esperando muchísimo tiempo. Pero ya acabó la cuenta atrás, porque la Divina Pastora ha regresado por fin a su casa y no de cualquier manera, sino, prácticamente, como nueva.

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