viernes, 2 de septiembre de 2011

Todo a cambio de nada

Pues pasó agosto y, con él, el Vía Crucis de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Madrid, donde quedó claro lo que muchísimos nos temíamos: que el hecho de que la Virgen de Regla fuese a la capital de España sólo fue fruto de la cabezonería del arzobispo, monseñor Asenjo. De hecho, el Papa ni reparó en su presencia en el acto, ya que no hubo siquiera una oración en su honor. Cierto es que iba fuera de las quince estaciones, pero si estaba allí ¿por qué no resaltar la figura de la Madre de Dios usándola a Ella como referente?


Pero nada, apenas un par de planos que dejaron en nada las predicciones de aquellos que decían que el acto iba a servir para "promocionar aún más la Semana Santa de Sevilla". Al contrario, la Reina de la calle Orfila pasó sin pena ni gloria. 60.000 euros invertidos con toda la ilusión del mundo para recibir a cambio el pasotismo más absoluto. No tanto de la gente desplazada hacia Madrid, pero sí de quien dirige los destinos de la iglesia, cuya cabezada, recogida por las cámaras de televisión, dejó claro que le daba igual la parafernalia que se le había preparado. ¿De verdad era tan difícil de prever esa situación?

No obstante, el ombliguismo de muchos medios locales quiso extender la teoría de que la Virgen de Regla fue "la gran estrella" del JMJ, apoyándose para ello en su multitudinaria vuelta a su morada madrileña. Pero, y sin ánimo de crear polémica u ofender ¿acaso el resto de pasos fueron sólos? con unas calles llenas a rebosar ¿no habría tenido la misma cantidad de público cualquier otro desfile? Y lo mejor es que el hermano mayor de la corporación panadera admite, entre líneas, que estar delante del Papa era secundario, que la idea era cumplir una función evangelizadora en la capital de España. Claro, como si hablásemos de algún país subsahariano, donde, sin ánimo de ser ventajista, sería mucho más cristiano enviar parte del dinero que costó el evento y no ver procesionar ningún palio.

Con todo ello, sin duda quedó más claro que nunca que El Cachorro y La Esperanza de Triana no se equivocaron al negarse a participar en el acto, porque lo sucedido resulta sangrante. Asenjo estará contento, pero ¿qué hay de los hermanos de Los Panaderos? Habrá quien saque pecho diciendo que se ha participado en algo histórico, aunque también tremendamente prescindible, incluso más, de lo que muchos esperábamos. Ni siquiera el detalle de pararse delante de Ella... pero sí miles de comentarios catetos de quienes decían que todo iba a ser como una Madrugá. Seguro, con el mismo parecido que hay entre un huevo y una castaña. Que digan lo que quieran, porque si el Papa quiere disfrutarla de verdad, que venga a Sevilla y la vea. Quizás entonces se de cuenta de lo que no supo apreciar cuando lo tuvo tan cerca.

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