viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Vuelve la Inquisición?

Definitivamente, cualquier parecido entre la labor pastoral de Amigo Vallejo y la de Asenjo en Sevilla es mera coincidencia. Así queda claro después de conocer las correcciones que desde Palacio se han hecho al borrador de los nuevos estatutos del Consejo, reclamando no sólo un mayor protagonismo, sino incluso un papel casi paternalista que reduciría muy mucho la independencia del máximo organismo cofradiero de la ciudad. Para ello, basta con caer en la cuenta de que la primera modificación propuesta desde Virgen de los Reyes es la de denominar a las hermandades como "asociaciones públicas de fieles con personalidad jurídica", lo que refuerzan sus vínculos con la prelatura, restándoles autonomía. Así, entre otras cosas, exige que se regule la aportación anual de todo este colectivo a la archidiócesis.

Pero donde más se nota ese afán intervencionista es a la hora de supervisar los nombramientos de los consejeros y de los pregoneros (de estos últimos ya hablamos aquí). En este sentido, el Arzobispado parte de la premisa básica de que el Consejo debe ser "la expresión de verdadera fe y dignidad cristiana, así como del sentido eclesial que ha de distinguir a las hermandades", razón por la cual entiende que tanto para entrar en el mismo como para poder anunciar la llegada de los días grandes es necesario cumplir una serie de requisitos, ser un buen cristiano. Y como medio para lograrlo, Palacio reclama tener acceso a informes previos de los candidatos para dar su visto bueno e, incluso, el derecho a veto de los mismos.

Es decir, que de salir adelante esta propuesta adelante volvería la Inquisición en pleno siglo XXI, aunque, eso sí, menos cruenta pero igualmente selecta. Sobre todo, porque teniendo en cuenta que es la iglesia la que establecería los cánones habría que echarse a temblar, máxime si se tiene en cuenta el marcado carácter conservador de Asenjo. Porque, ¿qué es ser un buen cristiano? ¿un divorciado lo sería? ¿y alguien que no va regularmente a misa? ¿pesa más esta consideración que, por ejemplo, la de ser un buen literato u orador para ser pregonero? ¿se olvidan de que quienes se daban más golpes de pecho eran los fariseos y la opinión de Jesús sobre ellos? ¿qué conocimiento tiene de la Semana Santa de Sevilla el Arzobispo como para tomar decisiones de tanto calado para su funcionamiento?

Obviamente, está claro que las hermandades son iglesia, pero de ahí a que sean un simple clon de lo que se dicta desde Palacio hay un abismo. El mismo que no quieren ver en Virgen de los Reyes, donde la sintonía con la ciudad y su idiosincrasia se perdió hace tiempo. Y es que, a diferencia de lo bien que lo entendió Amigo Vallejo, la mejor manera de enseñar y guiar a la gente no es imponer, sino dejar margen para que todo funcione con normalidad. Ahora que ese campo de acción quedaría reducido a su mínima expresión, ¿qué visión de fiesta abierta queremos mantener? Una vez más, Asenjo opta porque todo se adapte a él en lugar de que ocurra al contrario. Es cierto que no cometería un nuevo error, sino que seguiría ahondando en el mismo en el que cayó cuando creyó que Sevilla es como esa Castilla que se nota tanto que echa de menos. Por suerte, todavía queda que la asamblea general del Consejo se pronuncie y, por el bien de todos, pare este despropósito que nos evoca demasiado a tiempos pretéritos.

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