miércoles, 27 de febrero de 2013

El incendio que pudo cambiarlo todo

Ayer, día 26 de febrero, se conmemoró en Sevilla el 40 Aniversario de una fecha que, nunca mejor dicho, ha quedado grabada a fuego para siempre en la memoria de la ciudad. No en vano, se cumplieron cuatro décadas de aquel incendio que se produjo en 1973 en la hoy basílica del Patrocinio, capilla por aquel entonces, y que estuvo a punto de dejar sin nada a la hermandad de El Cachorro. De hecho, en aquella trágica jornada pereció pasto de las llamas la talla de la Virgen, mientras que el Señor fue salvado 'in extremis', cuando sus pies comenzaban ya a estar carbonizados.

Todo tuvo lugar durante la tarde previa al inicio de los cultos, cuando una columna de humo delataba que algo estaba pasando al final de la calle Castilla. El altar se había incendiado y pese a que varios miembros de la junta de gobierno acudieron al templo, la ausencia de las llaves del mismo sólo hizo disparar aún más los nervios, hasta que Rafael Blanco Guillén pudo acceder al mismo por una ventana y comenzar a sofocar los focos. Pese a todo, el balance fue desolador, hasta el punto de que la corporación no pudo hacer estación de penitencia aquel Viernes Santo, pese a que cofradías como Santa Cruz o La Estrella mostraron su predisposición a ceder a sus Dolorosas para que acompañasen al Cristo de la Expiración.

Pero es que ni la propia talla del Señor estaba en demasiadas buenas condiciones. Cierto es que presidió el quinario en solitario, pero tuvo que ser sometido a una profunda restauración por parte de los hermanos Cruz Solís que, años más tarde, motivó una de las leyendas más extendidas por la ciudad, la que dice que la imagen original no pudo recuperarse y se cedió a la familia de Aníbal González para que presidiera su panteón, mientras que la que hoy está en Triana sería una copia. A este respecto, la hermandad siempre ha defendido lo contrario. Sea como fuere, quien sí tuvo que ser sustituida fue la Virgen del Patrocinio, que fue gubiada por Luis Álvarez Duarte, albergando en su interior las cenizas de la anterior.

Y pese a que fue bendecida allá por el 15 de abril, la pesadilla no se dio por finalizada hasta diciembre, cuando la capilla volvió a abrirse al culto absolutamente restaurada. Sin embargo, los efectos de aquel incendio siguen muy presentes en la memoria de la ciudad, que es consciente de que en aquella trágica tarde pudo perder para siempre a una de sus grandes devociones, cuando la Señorita de Triana quedó reducida a cenizas para vivir para siempre dentro de su sucesora. Porque han pasado 40 años, pero nadie olvida aquel incendio que pudo cambiarlo todo.


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