La jornada de ayer vino marcada, y de qué manera, por un bombazo informativo que muy pocos se esperaban: el Papa Benedicto XVI anunció que dejará su cargo el próximo día 28 de febrero, dando lugar a una situación que no se producía desde julio de 1415. Se trata, por tanto, de un hecho tan extraordinario como histórico y que, colateralmente, podría tener efectos en la propia Semana Santa, que, incluso, podría desarrollarse en pleno cónclave o periodo de sede vacante, algo que prácticamente sería inédito.
No en vano, desde el Vaticano se afirma que no será hasta la segunda quincena de marzo cuando se inicie el proceso de elección del siguiente pontífice, lo que teniendo en cuenta que el Domingo de Ramos es el 24 podría deparar que la iglesia no tuviese cabeza visible por esas fechas. Cierto es que teniendo por delante casi un mes para ir perfilando candidatos y decisiones entre los cardenales, es probable que el cónclave se desarrolle con celeridad y que la 'fumata blanca' se eleve al cielo romano bien pronto. No obstante, si todo se complicase algo más de lo deseado, sobre todo si la reunión de la curia se iniciase, como apuntan algunas informaciones, allá por el 20 de marzo, podríamos encontrarnos con este escenario tan inverosímil.
Sea como fuere, aún es pronto para sacar conclusiones al respecto, puesto que es de suponer que durante las próximas semanas quedará todo perfilado para que nada quede expuesto al capricho del azar. Será entonces cuando sepamos si esta especulación se queda simplemente en eso o, por el contrario, nos encontramos con que el camarlengo, Tarcisio Bertone, sea quien presida los cultos de la Semana Santa. El tiempo nos sacará de dudas a lo largo de una Cuaresma que, a partir de ahora, irá adquiriendo un significado diferente.
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