domingo, 27 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (y VI): Amigo sol

Si hay algo que ha marcado la Semana Santa de 2014, más allá de lo que hayamos expuesto o podido olvidar a lo largo de las últimas actualizaciones, éso ha sido sin duda el cambio radical que ha experimentado la meteorología con respecto a los tres últimos años. Por fin las nubes se apiadaron de nosotros, salvo en el último momento, y nos regalaron unos días grandes en los que pudimos olvidarnos del paraguas. Es más, incluso se agradeció por momentos que el cielo se encapotase mínimamente, ya que así podíamos capear algo mejor las altas temperaturas que provocaron algún que otro sofoco durante las larguísimas jornadas de procesiones.

No en vano, ésta ha sido la Semana Santa del calor, de los cirios doblados por los rigores del mercurio y en la que hasta llegamos a ver cómo era necesario refrescar con agua los pies de algún que otro nazareno debido a que el asfalto, literalmente, quemaba. Han sido días de lipotimias y desmayos, ya fuera a consecuencia de la bulla o de los esfuerzos realizados al acompañar a una hermandad bajo una túnica. Jornadas de cielos limpios desde primera hora o que, en su defecto, iban tiñéndose de azul conforme avanzaba el reloj. Una edición de los días grandes en los que el protagonismo volvieron a tenerlo las cofradías en las calles, ajenas a cabildos y partes meteorológicos. Esta vez la ciudad habló por sí sola, sin ningún locutor que tuviese que rellenar tiempo mientras se esperaba que pasase algo.

En definitiva, hemos vivido una Semana Santa de las antiguas, de ésas que se vivían en manga corta y con necesidad de tomar algo que nos refrescase mientras el sol brillaba en lo más alto y en la que una simple cazadora nos daba el abrigo que necesitábamos por la noche. Parece que por fin nuestros deseos se hicieron realidad, aunque las nubes, siempre caprichosas, se encargasen de emborronarlo todo en el último momento, dejando en el camino a la hermandad de La Resurrección. Quizás lo hayan hecho para que esperemos con más ganas ese Domingo de Ramos de 2015 que vemos a menos de un año de distancia y en el que esperemos que, como en esta ocasión, venga para quedarse entre nosotros el amigo sol.

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