domingo, 13 de abril de 2014

Sevilla, despierta

Se ha hecho esperar demasiado, desgranando uno a uno los días que nos separaban de él a lo largo de un calendario que se nos antojaba eterno, pero que ya no puede ofrecer más resistencia. Hemos sabido tirar de paciencia e ilusión para recorrer un camino que por momentos nos pareció inacabable, pero que, como siempre, ha tenido su meta en plena primavera. Porque hoy, por fin ha llegado ese 13 de abril que viene marcado en rojo y que Sevilla tiñe de morado, que trae sabor a palmas y estrenos, madrugones para visitar los templos y bullas en pleno corazón de la ciudad. No es un sueño, no, ni mucho menos. Es que de nuevo se ha obrado el milagro, despertando a la vieja Híspalis de su letargo, regalándole un año más otro Domingo de Ramos.

Ese día en el que todos nos reencontramos con nuestra propia memoria, en el que volvemos a ser niños en la plaza del Salvador. Primero, viendo corretear a los más pequeños por su rampa; más tarde, entre largas filas de nazarenitos blancos de cola con la cruz de Santiago en el pecho. Y, finalmente, con la visión de un misterio de La Borriquita que se presenta más renovado y joven que nunca, despertando en quien lo ve, con independencia de su edad, ese brillo en los ojos tan característico de esta jornada que da sentido a la que, según muchos, es la 'Tierra de María Santísima'. En ese momento sabremos que por fin la espera habrá acabado.

Aunque muchos considerarán, si no lo habían hecho ya con las Vísperas, que ésta se despide oficialmente de nosotros poco después del mediodía en El Porvenir, diluyéndose en el brillo de las túnicas de capa de los nazarenos de La Paz o en el reflejo del sol en la canastilla del Señor de la Victoria, el mismo al que pasean legionarios que tienen por fusil un costal y más arte del que jamás pudo haber en cualquier acuartelamiento. Pero también se irán escapando los últimos retazos de la Cuaresma entre la malla del palio de la Virgen de la Paz, que hoy volverá a recorrer al completo la Plaza de España, con la que se citará para volver en septiembre para celebrar por todo lo alto las Bodas de Platino de la corporación.

Más tarde, Molviedro vivirá un peculiar viaje en el tiempo, que le permitirá ver a Jesús Despojado tal y como lo conoció la collación de San Marcos, donde la hermandad dio sus primeros pasos, hace tres cuartos de siglo, tal y como lo soñó y ejecutó Antonio Perea. Ahora, entre cambios y sones de Virgen de los Reyes, irá buscando con elegancia la Carrera Oficial, abriéndole camino entre palmas y oles a su Madre de los Dolores y Misericordia, que irá conversando con San Juan sobre todo lo que vaya viendo a lo largo del recorrido en esta tarde en la que Sevilla se reencuentra consigo misma.

Como también espera hacerlo con La Hiniesta, a cuya advocación Dolorosa no ve paseando bajo palio desde 2011. Aunque esta vez todo el mundo tiene la sensación de que no habrá que esperar más para que San Julián se tiña de ese azul con reflejos de raso tan propio de este día, el mismo que acompañará sin mayores sobresaltos que los propios de la emoción al Señor de la Buena Muerte, al que no solo mirará embelesada la Magdalena que está a sus pies, sino también todo un barrio que solo pudo disfrutar de su presencia por las calles un puñado de minutos el año pasado.

Algo parecido sucederá en Los Terceros, donde el astro rey no solo querrá hacerse presente en el nombre de la calle que acoge en sus entrañas a este templo, sino también como la mejor iluminación posible en el misterio de La Cena, dejando claro que el sacramento de la Eucaristía también puede instituir a la luz del día. Probablemente, sobre ello reflexionará también el Señor de la Humildad y Paciencia, quien pese a su dilatada historia sigue siendo uno de los grandes desconocidos de nuestra Semana Santa. Y completando el cortejo, la Virgen del Subterráneo, con ese sabor decimonónico que desprende entre volutas de incienso su palio.

Y a pocos metros de allí, en Santiago, San Roque protagonizará uno de los momentos más significativos de este 2014, saliendo de su particular exilio por las obras que están teniendo lugar en su templo. Así, la corporación regresará a un escenario en el que ya estuvo durante la posguerra, cuando La Redención, su anfitriona ahora, aún no estaba ni en proyecto. Entonces, la salida fue por la calle Lanza. Ahora, será por la plaza, donde le esperará una auténtica marea humana que no querrá perder detalle de este momento histórico tanto para el Señor de las Penas como para la Virgen de Gracia y Esperanza.

Entre tanto, Triana cruzará el río precediendo a una Estrella. Ésa que cambió el cielo por un palio para iluminar no solo San Jacinto sino toda Sevilla con su sola presencia, a la que calificaron para siempre como la 'Valiente' por su osadía en los tiempos de la II República y a la que hasta su Hijo de las Penas reza. No en vano, es a Ella a quien busca con la mirada desde la delantera de su misterio, que entre izquierdazos y cambios no solo se irá abriendo camino, sino que también servirá de muestrario perfecto de lo que la orilla más marinera de la ciudad nos va a ir regalando durante estos días al resto de la ciudad.

Cuando caiga la tarde, la solemnidad y el recogimiento se harán túnica blanca en San Juan de la Palma, con ese silencio que tiene color y hasta suena, pero que pese a todo nadie es capaz de romper cuando Jesús sufre el Desprecio de Herodes. Detrás, el clasicismo hecho paso de palio en una de las composiciones más perfectas que jamás se ha podido idear, la de esa conversación de la Virgen con San Juan que se convierte en apenas un susurro a los sones de Amargura, verdadero himno de la vieja Híspalis en estos días que le dan sentido.

Finalmente, todo acabará por hoy donde empezó, en el Salvador. En su rampa el blanco será sustituido por el negro y los niños por nazarenos mucho más talluditos sin que se escuche más que el crujir de su rampa y alguna saeta. Será el signo inequívoco de que estará en la calle el Señor del Amor, que confirmará a su paso que este arranque de la Semana Santa no ha sido ninguna ilusión, sino que incluso se nos empieza a escapar entre las manos. Y mucho más lo sentiremos tras embriagarnos con la belleza de la Virgen del Socorro, elegante y discreta, que para mucho pondrá el punto final a esta jornada que tantísimo tiempo llevábamos esperando. Pero eso ya se acabó y no es ningún sueño, sino algo real y tanjible. Por eso, no cabe otra que echarse a la calle desde bien temprano. Sevilla, despierta, que ya es Domingo de Ramos.

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