miércoles, 7 de abril de 2010

Detalles Semana Santa 2010 (II): Y salió El Sol

Era, sin lugar a dudas, el estreno de esta Semana Santa y, como era de esperar, a nadie dejó indiferente. La estética decimonónica y singularísima de la hermandad de El Sol ha provocado un previsible debate entre los cofrades que están de acuerdo con sus formas y aquellos que para nada las comparten. Hay quienes dicen que se ha corrido demasiado para hacerle un sitio en la nómina oficial, que es inadmisible que un palio pintado y con varales de caoba llegue a la Carrera Oficial. Habría que preguntarse si en lugar de El Sol hubiese sido, por ejemplo, La Macarena quien lo hubiese hecho no estaríamos ahora escuchando miles de comentarios alabando su originalida.

Otros critican el carácter alegórico del Varón de Dolores, pasando su innegable parecido iconográfico con La Canina, que curiosamente si está aceptada por una amplia mayoría. Incluso hay quienes señalan que una cofradía de ruan no debería estar tantas horas en la calle. Para ello, la solución sería bien simple: hablar conb el Ayuntamiento y pedir que acerquen El Plantinar al centro. Es el coste que tiene en esta ciudad cainita y traicionera, en la que si se pagase cada crítica viviriamos eternamente en bancarrota, tener una personalidad propia y definida. Si en lugar de recuperar la esencia del XIX El Sol hubiese hecho un misterio con romanos emplumados e izquierdos por doquier, otro gallo habría cantado. Y es que, aunque muchos se empeñen en lo contrario, hay Semana Santa más allá de los varales de plata y los bordados.

Como la hay en esta cofradía que sabe muy bien de donde viene y adonde va, que no se dedica a dar palos de ciego en busca de la espectacularidad y el aplauso fácil. Una hermandad que ha sido capaz de sobreponerse a mil y un problemas, a numerosos exilios y que ha llegado donde, por derecho, le pertenece estar. Quizás, con el paso de los años, Sevilla entera llegue a darse cuenta de que tiene cada Sábado Santo una cita con la eternidad, la que trae de la mano del pasado y el presente una corporación con muchísimo futuro y un largo camino por andar, capaz de no querer parecerse a nadie, de tener unas marcadas señas de identidad. Y es que El Sol no es más de lo mismo, algo que escuece a los amigos del inmovilismo, esos que se quedan embelesados ante solos de corneta y respiraderos de plata, desconociendo que al corazón de la Semana Santa puede llegarse de mil maneras más.

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