domingo, 18 de abril de 2010

Miles de razones para creer

Dicen muchos de los que ven el mundo de las cofradías desde fuera que las corporaciones son "una auténtica oda al despilfarro". Para ello, señalan que con todo el dinero que se gastan en el orfebrería, bordados, joyería y demás "se podría quitar el hambre en el mundo". A este respecto, cabría tener en cuenta que tales afirmaciones tienen su parte de razón, ya que, obviamente, están vinculados a actividades comerciales bastante costosas y si ese dinero se dedicase exclusivamente a la beneficiencia se podría hacer mucho más en favor de los más necesitados. Ahora bien, tampoco puede pasarse por alto que las hermandades cumple una importantísima labor solidaria en la sociedad, tal y como ha demostrado un hecho acontecido durante la semana que hoy termina.

El pasado martes, la junta de gobierno de El Cachorro entregó al Consejo de Hermandades y Cofradías los casi 15.000 euros que ha recaudado para ayudar a la reconstrucción de Haití tras el terremoto que sufrió hace unos meses. Esa cantidad ha sido fruto de las aportaciones de la gente que acudió al Vía Crucis extraordinario que celebró la corporación el pasado mes, así como de las papeletas de sitio de los hermanos que formaron el cortejo. De esta manera, la cofradía de la calle Castilla ayudará a un país prácticamente destruido con lo que consiguió gracias a su propia movilización. ¿Cuántos bancos pueden decir lo mismo? Pero es que además, ese dinero se une al de otras cuestaciones populares desarrolladas por otras hermandades como La Estrella o Montesión.

Por no hablar de la labor que desempeña la Fundación Viernes Santo (formada por los Grupos Jóvenes de dicha jornada), que presta asistencia domiciliaria a enfermos terminales. O del Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin o del Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana, que ayudan a la integración de niños con dificultades. En la misma línea estaría la labor de dinamización social como las que llevan a cabo corporaciones como la de Torreblanca o la agrupación parroquial de Bendición y Esperanza de Las Tres Mil Viviendas.

Y es que las hermandades ayudan más allá de lo que todos conocemos por las típicas obras de caridad. De hecho, basta con echar un vistazo al programa de mano que editó Giralda TV la pasada Semana Santa para caer en la cuenta de que todas se mueven para echar una mano a los sectores más frágiles. Pero no sólo en Haití, como en el caso concreto de El Cachorro con el Via Crucis, sino aquí mismo. Lástima que muchos se queden sólo en lo que se ve y no se preocupen por llegar más allá. Porque magnificencia, por supuesto que hay, sobre todo porque no hay que olvidar que son entes societarios independientes que se autogestionan (cuotas de hermanos, donativos, etc) y que, por tanto, pueden usar su dinero como les venga en gana. Pero no es menos cierto que sin su labor social, nuestra ciudad no sería igual y muchos lo pasarían peor. Porque las hermandades son colectivos humanos y, como tales, pueden cometer montones de errores, pero también, y sólo hay que remitirse a los hechos, cuentan con miles de razones para creer en ellas.

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