sábado, 17 de abril de 2010

Un año

O lo que es lo mismo, 365 días. Esa es la distancia que separa el día de hoy con el próximo Domingo de Ramos. Y es que el tiempo sigue avanzando en la espera más larga que recordamos entre una Semana Santa y la siguiente, permitiéndonos rebasar, por fin la barrera psicológica del año. Precisamente, lo hacemos justo cuando la ciudad comienza a descolgar su traje de flamenca y a lucir farolillos y lunares en cada esquina, preparándose para una Feria que casi puede tocar con las manos. Sin embargo, cuando el calendario vuelva a situarnos en un 17 de abril, serán las túnicas y los capirotes, el incienso y el azahar, quienes den color y olor a las calles, los que anuncien el inicio oficial de esa semana sin la que muchos seríamos incapaces de imaginarnos a Sevilla.

Hoy, la cuenta atrás nos permite esbozar una sonrisa. Todavía queda mucho por delante, meses de DVD´s, salidas extraordinarias, Glorias y Cruces de Mayo con los que paliar una espera que se hace, como siempre eterna. Pero ya sabemos que el camino comienza a ser más corto, que ya no tendremos que ver días repetidos para que, todavía con el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión frescos en nuestras retinas, las túnicas blancas de los nazarenos de La Paz vuelvan a decirnos que la primavera en la ciudad ya ha despertado. Queda un año para que muchos niños estrenen túnica en La Borriquita, para que los balcones decorados con damascos queden embelesados ante el buenhacer de los costaleros de Jesús Despojado. Sólo 365 días nos separan del momento en el que el barrio de San Julián se tiña de azul y plata con La Hiniesta, de ver a La Cena por la Cuesta del Bacalao o a San Roque por la calle Águilas. Apenas doce meses restán para disfrutar entre un mar de terciopelo morado de los aires trianeros de los pasos de La Estrella, del recogimiento de La Amargura o la solemnidad de El Amor.

Aún quedan por delante muchas hojas que ir arrancando del calendario, muchos momentos en los que, como ante una buena levantá a pulso, no seremos conscientes de que todo, aunque muy lentamente, avanza. Hoy, aunque ande igual que siempre, la chicotá que nos lleva a un nuevo Domingo de Ramos parece haber dado un buen izquierdazo con el que, de golpe, nos haya hecho creer que ha adelantado más metros que nunca. Y es que si ya de por sí es duro decir adiós a una Semana Santa sabiendo que, casi por norma general, el Lunes de Pascua fue un año antes Domingo de Ramos, más duro se hace ser consciente de que entre la entrada de La Resurrección y el siguiente hay más de 365 días. Por eso, hoy estamos un poquito más cerca de hacer realidad un año más nuestro sueño. Incluso, nos llegamos a sentir aliviados, como el que se quita un gran peso de encima. Porque hoy seguimos caminando, pero vemos también a nuestro lado como el tiempo camina.

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