jueves, 1 de abril de 2010

El principio de los días más grandes

Hoy es uno de los tres días en el año que relucen más que el sol y uno de los más importantes para Sevilla. Sí, porque será una jornada de colas a las puertas de los templos, de sagrarios abiertos y, sobre todo, de mantillas. Porque damos el pistoletazo de salida a la Triada Sacra más importante de nuestra Semana Santa, ésa que empezará a media tarde, continuará durante la Madrugá y finalizará cuando entre el último paso del Viernes Santo. Serán alrededor de 36 horas practicamente ininterrumpidas de cofradías en la calle que tendrán su inicio en silencio y en la calle Recaredo. Allí Antonio Machín asistirá a la salida de un Cristo de la Fundación que brillará con luz propia entre cuatro faroles y del personalísimo palio de la Virgen de los Ángeles, ésa que un año más le demostrará que pese a que nadie los pintara también están Los Negritos en el Cielo.

Casi al mismo tiempo, Jesús será azotado atado a una columna a la vera del puente de San Telmo, desde donde llegará a la Catedral una Virgen de la Victoria que no parará de recibir peticiones durante su recorrido. Seguro que más de una estará relacionada con el futuro de Las Cigarreras en Los Remedios. Precisamente desde el templo en el que tienen capilla propia, otra hermandad, la de La Exaltación, verá como se iza la cruz de su Cristo en el exilio, algo que provocará que no sólo sean las Lágrimas que pasearán bajo palio las que derramen los hermanos de esta cofradía, sobre todo cuando pasen junto a Santa Catalina.

En la plaza de los Carros, desde la pequeña capilla de Montesión, el Señor volverá a orar en el huerto, quien sabe si pidiendo más por nuestros pecados que porque su Padre aleje de Él el cáliz del sufrimiento. Allí también se escucharán los tintineos de doce Rosarios que se meterán en las conversaciones que mantienen las bambalinas y los varales de una Virgen que, como buena señorita, recoge su manto para no rozarlo con el suelo. Los vecinos de la Magdalena asistirán atónitos al descendimiento de Cristo y a la Quinta Angustia de María, viendo en la calle a la cofradía que abrirá los días grandes en la feligresía.

Por Laraña se exhibirá la mejor muestra de Bellas Artes, la que entre un reguero de túnicas moradas mostrará cómo fue la Coronación de Espinas de Cristo, el encuentro de la Verónica con Él en la calle de la Amargura y, sobre todo, ese Valle de lágrimas que se convierte en devoción obligada para Sevilla entre los sones de una marcha con aires de naufragio. Y en El Salvador, Dios volverá a andar por las calles y se llamará Pasión. Lo hará en silencio y descendiendo la rampa bajo la atenta mirada de un Martínez Montañes que, a buen seguro, se preguntará por qué el capricho de cuatro impide que los sones de la Oliva de Salteras suenen tras el palio de la Virgen de la Merced.

A esas horas, la ciudad vivirá en duermevela soñando con una Madrugá que presagiará una centuria romana que ya estará desfilando por las calles con aire marcial. Mientras, habrá quienes al caer el sol comiencen a vestir túnicas que pasearán bajo la luz de la luna, entre tramos de cofradías de barrio o de negro ruan. Y es que en una ciudad en la que siempre se mira de reojo a lo que se espera, durante el Jueves Santo se hace mucho más, porque todo el mundo se prepara para una noche mágica, aunque eso ya será harina de otro costal...


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