jueves, 11 de noviembre de 2010

La tranquilidad regresa a San Lorenzo

Se sabía que iba a ocurrir desde hace tiempo y el martes tuvo lugar por fin su colocación. Estamos hablando de la nueva mampara blindada destinada a custodiar al Gran Poder en su camarín, que ya tiene sano y salvo al Señor de Sevilla. De hecho, con los nuevos cristales se impide que cualquiera pueda acceder al altar, evitando así que puedan tener lugar acontecimientos tan tristes como el de hace unos meses (recuérdalo aquí), permitiendo que la normalidad pueda regresar por fin a San Lorenzo, permitiendo el besapiés perpetuo de la talla sin necesidad de seguridad privada, como se llevaba haciendo desde finales de junio (relee sobre ello aquí).

De este modo, la tranquilidad, esa que jamás debió de marcharse del lado del Hijo de Dios, vuelve a imperar en su retaguardia, con una medida tan simple como necesaria, pero que sólo se ha llevado a cabo cuando ha ocurrido algo que ha hecho que se disparen las alarmas y el pánico corriese como la pólvora. Porque, mal que nos pese, los titulares de nuestras hermandades no sólo hay que protegerlos cuando los templos se cierran, sino también cuando están abiertos. En este sentido, al menos se ha conseguido lograr que todo siga igual casi sin cambios, recuperando para siempre la normalidad.

Si es cierto que el hecho de que la cruz quede al alcance de cualquiera, puede implicar cierto peligro, aunque para eso están las cámaras, para verlo y permitir que se neutralice cualquier ataque a la mayor brevedad posible. Para ello, sólo resta confiar en que nada perturbe la tranquilidad que en estos días recuperamos, que acallan rumores y miedos anticlericales que algunos, tanto de un bando como de otro, están deseando desempolvar. Sin embargo, esta vez se quedarán con las ganas, puesto que, desde hace días, tras el Señor de Sevilla, sólo hay cabida para la devoción, la quietud y la paz.

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