miércoles, 27 de junio de 2012

Un sinsentido creado por todos

Mal que nos pese, Sevilla siempre ha sido una ciudad especialista en tirar la piedra y esconder inmediatamente después la mano. Cuenta con una habilidad pasmosa para crear situaciones que después, cuando se han salido de madre, critica hasta la extenuación. Y un claro ejemplo de ello se está viviendo esta misma semana con las elecciones a hermano mayor de La Esperanza de Triana, donde se podría aplicar a la perfección esa frase del refranero que dice que "entre todos la mataron y ella solita se murió".

Porque de un tiempo a esta parte los medios han colaborado, y de qué manera, en sobredimensionar la importancia de los comicios de nuestras cofradías. El bombardeo constante de periodistas como Fran López de Paz con términos como 'capiroscopia', unido a la proliferación de elecciones y, cómo no, de candidaturas, han creado un caldo de cultivo que nos ha estallado entre las manos. De hecho, hasta ahora nunca habíamos visto páginas enteras dedicadas a candidatos a presidir hermandades, exponiendo sus programas como si de una alcaldía se tratase. Y ya no hablemos de sondeos incluso a través de las redes sociales promocionados por programas, equiparando casi la carrera hacia la vara dorada con la que lleva a la plaza de San Francisco, San Telmo o La Moncloa.

Todo esto se ha elevado a la máxima potencia en la calle Pureza, donde han participado hasta tres candidatos y, al no haber mayoría, se tendrá que celebrar una segunda vuelta con dos más votados: Alfonso de Julios y José Manuel de Campos. Situación que, pese a que está aprobada desde Palacio, resulta absolutamente desproporcionada, tal y como señalan unos medios que, lejos de hablar de un "espectáculo bochornoso" con total impunidad, deberían hacer examen de conciencia y asumir su parte de culpa, como todos los cofrades.

Porque las hermandades no pueden ni deben ser el cortijo de determinadas familias, pero tampoco el escenario perfecto para que unos cuantos saquen a la luz rivalidades o sus ansias de poder. La competencia y las alternativas siempre son buenas, incluso deseables, pero siempre sin escapar de su justa medida, evitando situaciones como la actual. El ridículo se lleva gestando demasiado y aquí nadie dice esta boca es mía, todo el mundo mira para otro lado. Que lo sigan haciendo, veremos a ver a dónde llegamos...

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