viernes, 1 de junio de 2012

El término medio

Definitivamente, en la capital hispalense hay más papistas que el Papa y, por qué no decirlo, medios que están esperando que ocurra cualquier cosa que pueda reavivar la llama de las 'dos Españas' para crear intranquilidad. El último ejemplo de ello lo hemos vivido hace un par de días, cuando muchos no dudaron en rasgarse las vestiduras después de que la estatua de Santa Ángela de la Cruz que se encuentra junto a la iglesia de San Pedro apareció con un esparadrapo en la boca y una antorcha de cartón y papel cebolla en la mano para protestar por la subida de las tasas universitarias.

Los autores, el colectivo 'Sevilla Para', que de este modo quiso dar mayor repercusión a sus protestas, para lo cual hicieron lo mismo con otros monumentos de la ciudad como el de Pepe Luis Vázquez o la Duquesa de Alba. Es más, hace unos días ya se pudieron ver elementos de este tipo en puntos como la basílica de la Macarena. Pero, a diferencia de lo que ocurrió el pasado miércoles, poco o nada se habló de ello. Nadie habló de profanaciones o ataques, ni se llevó las manos a la cabeza.

Aunque esta vez fue distinto. Hubo periódicos que no dudaron en denunciar la afrenta a la Santa, movilizando a sus lectores y adeptos para que supiesen que los jóvenes cachorros de los radicales de izquierda volvían a hacer de las suyas. ¿Y con el resto de estatuas qué pasa, no les hicieron lo mismo? Si ni se causó daños a ninguna de ellas, ¿a qué viene tantísimo alarmismo? Como siempre, y pese a que quiénes lo hicieron hayan pedido disculpas públicamente, muchos han optado por lo fácil: echarse las manos a la cabeza y soltar a voz en grito un "¡¿pero esto cómo va a ser?!".

Y es que se puede estar de acuerdo o no con la protesta y el modo en el que se ha llevado a cabo, pero lo que no se puede es exagerar sobre sus efectos. Porque en ningún momento se ha buscado herir sensibilidades con ella ni provocar daños a los monumentos. Todo se podría ver casi, y salvando las distancias, como una chiquillada que se ha ido un poco de las manos. No en vano, llegar a comparar esto, como alguno ha llegado a hacer, con la agresión al Gran Poder (recuérdalo aquí). Inaudito. ¿De verdad queremos seguir en esta dinámica? ¿Para qué nos serviría crear tanto miedo? Quizás, antes de hacer saltar todas las alarmas deberíamos pararnos a pensar las cosas con la cabeza fría, cayendo en la cuenta de que no todo está hecho con afán destructivo cuando toca aquello a lo que queremos, ya que, afortunadamente, también existe el término medio.

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