Es una de esas normas no escritas por la ciudad en estas fechas. Uno de esos detalles que pese a ser preciosos pasan ante los ojos de muchos casi desapercibidos. Aunque, quizás, eso aumente su encanto, ese carácter tan íntimo e inimitable que posee este traslado que no es uno más entre tantos, sino una muestra de amor y reciprocidad que la Virgen realiza a sus mayores. Su escenario, el asilo de las Hermanitas de los Pobres del barrio de La Calzá. Su protagonista, la Virgen de la Encarnación de San Benito.
Y es que hoy, como cada diciembre, la otrora Palomita de Triana devolverá la visita a los más veteranos de su barrio, con los que pasará un día entero, escuchándoles de cerca y, en muchos casos, otorgándoles consuelo. Junto a ellos estará toda la noche de hoy, dándoles compañía, en una vigilia tan peculiar como entrañable, que tendrá su punto final cuando, ya por la tarde, la Reina de La Calzá tome el camino de vuelta y regrese de nuevo a su casa. Mientras tanto, las emociones se dispararán, en un sueño de Martes Santo que no necesitará nazarenos, bambalinas o palio.
Así, a base de recogimiento, de un modo íntimo y ajeno al que estamos acostumbrados por estos lares, el fin de semana será bien diferente en la feligresía de San Benito. Será sin recorrer metros, con pocos testigos y sin armar revuelo. Entre oraciones, corazones que se desbocan y sensaciones encontradas. ¿Cuántas lágrimas de emoción se entremezclarán con las sonrisas en las comisuras de los labios de los abuelos? Y es que la Virgen de la Encarnación pasará la noche de vigilia, pero no una cualquiera, sino la que presidirá entre todo tipo de honores al lado de los más mayores.
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