jueves, 13 de diciembre de 2012

Una figura para la posteridad

Ayer, Sevilla le tributó un sencillo y merecido homenaje a uno de sus últimos grandes imagineros: Luis Álvarez Duarte. Lo hizo perpetuando su memoria para siempre en lo más hondo de su ser, en el callejero, donde ya figuran desde hace años otros muchos que brillaron en idéntica labor y de los que, probablemente, bebió en sus inicios y aprendizaje ese niño que era capaz de sacar Vírgenes de la madera cuando apenas había superado la pubertad y que ahora, por mor del paso del tiempo, ya peina canas y hasta luce entradas.

Y estará para siempre cerca de la que fue su ópera prima, la Virgen de los Dolores de San José Obrero. Su nombre aparece ya señalando esa vía situada entre Samaniego y General Vara del Rey que, para que no faltase de nada, fue rebautizada el mismo día en el que el calendario reflejaba la festividad de la Virgen de Guadalupe, esa obra suya  que le dio definitivamente a conocer y que desde hace décadas sigue siendo el orgullo de todos los hermanos de Las Aguas.

Así, Álvarez Duarte sigue la estela de los Ruiz Gijón, Juan de Mesa, Fernández Andés, Castillo Lastrucci y tantos otros que a base de golpes de gubia y mazo se ganaron su sitio para la posteridad, ya no sólo en el imaginario cofrade o de la historia del arte, sino también del nomenclátor de la ciudad. Porque pasarán los años, pero su figura ya jamás se olvidará. Es el modo en el que la capital hispalense salda sus deudas con quienes, de un modo u otro cambiaron su historia y, de paso, la del sentir de la ciudad.

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