En Dos Hermanas hay ahora mismo muchísima gente contenta. No en vano, por fin va a regresar a su casa una de las principales devociones de la villa nazarena, la Virgen de Valme, que ha pasado los últimos meses en el IAPH, ajustándose al plan de conservación que aprobó la hermandad en junio del año pasado. Como resultado del mismo, la talla vuelve a brillar casi como nueva, puesto que se han atajado los principales problemas que sufría, entre los que destacaba su envejecimiento, fruto del paso del tiempo y de las sucesivas operaciones de manipulación y uso de las que ha sido protagonista desde su nacimiento, allá por el siglo XVII.
Así, en La Cartuja se le ha practicado una desinsección con gases inertes y, tras ella, a una limpieza integral de la policromía. Más tarde, se le ha hecho un tratamiento de fijación de estratos y consolidación de su soporte. Y, finalmente, se repararon las zonas perdidas y se han reintegrado cromaticamente estucadas. En definitiva, una restauración en toda regla que se ha desarrollado de acuerdo en todo momento con la corporación, a fin de que se respete totalmente la estética de esta talla, una de las más importantes de toda la provincia hispalense, convirtiéndose su Romería, en octubre, en una cita obligada no solo para los habitantes de Dos Hermanas, sino de Sevilla en su conjunto.
De hecho, buena prueba de ello podrá verse dentro de unos meses, cuando tenga lugar la de este año. No obstante, antes de eso y en su ermita en el Cortijo del Cuarto, también se podrá comprobar el cariño que le tienen sus devotos, que acuden desde ya en masa a ver cómo está y a contarle sus penas, pidiéndole ayuda y consejo como Madre de Dios que es. Será una confirmación más del cariño que le tienen los suyos y de cuanto la echaban de menos durante estos meses en los que ha estado fuera. Afortunadamente, ya ha regresado a su casa y lo hace como nueva.
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