domingo, 1 de junio de 2014

El epílogo perfecto

Estrenamos el mes de junio con sabor a Madrugá y al son que marquen las bambalinas del palio de La Macarena. No en vano, la Virgen de la Esperanza pondrá fin a su gran extraordinaria cuando Ella quiera, recorriendo sin prisas calles y collaciones que nunca han tenido la posibilidad de disfrutarla de cerca. Y es que aunque el Cecop baraje un horario que tendría como límite las 7.30 horas, nadie pone en duda que si la Reina de San Gil desea apurar una de las noches más grandes de su historia reciente hasta más allá del amanecer lo hará sin reparos, provocando el deleite de sus fieles y devotos, que no la dejarán sola hasta que, buscando el atrio de su basílica, diga basta.


Pero con independencia de lo que suceda a la vera del Arco, en la vieja Híspalis habrá más ambiente de cofradías. Será en tres barrios que inaugurarán como mandan los cánones el Junio Eucarístico, utilizando las primeras horas de la mañana, quizás coincidiendo con el inicio de la resaca macarena, para rendir pleitesía al Santísimo, paseando una Custodia por las principales arterias de sus feligresías. Es lo que ocurrirá en San Lorenzo, El Juncal y El Porvenir, zonas en las que se escribirá el punto y seguido de este gran libro cofrade de 2014, que cambiará a partir de hoy el 'Verde Esperanza' por el clasicismo de un Corpus que ya vemos en lontananza. Además, casi cerraremos el ciclo de las Cruces de Mayo con la de Santa Genoveva y la del colegio de Santa Joaquina Vedruna.

Será el epílogo perfecto para una noche mágica, repleta de emociones y que resultará irrepetible. Donde el reloj pareció pararse, pese a que siguió con su ritmo habitual como si nada, llevándonos a una mañana de cambio de ciclo y procesiones con sabor a barrio. A un preludio de lo que nos traerá bajo el brazo la sexta hoja del calendario, que se estrena repleta de ganas de hacernos disfrutar entre cultos externos que dejan a un lado la importancia de las imágenes para centrarse en la Sagrada Forma. Y es que todo pasa y todo llega, como lo demuestra que tras una madrugada que nadie quería que terminase nos encontramos con el regalo de una mañana en la que Dios tomó el relevo de su Madre y quiso también hacerse presente en la ciudad

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