jueves, 10 de junio de 2010

De vuelta a casa

Muchos sabíamos que la iglesia del Santo Ángel guardaba en sus entrañas una obra maestra, la del Cristo de los Desamparados de Martínez Montañés. Ahora, tras deslumbrar a los visitantes de la exposición 'The sacred made real' de la National Galery en Londres y Washington, seguro que aquellos que todavía no lo conocían querrán hacerlo con sus propios ojos. Y es que esta talla es una de las grandes desconocidas de la ciudad, sobre todo desde que en 1915 dejó de ser titular de la hermandad de La Lanzada, coincidiendo con la marcha de la corporación a San Martín.

A partir de ahí, su importancia quedó relegada a las cada vez menos habituales visitas de los sevillanos al templo, sobre todo tras la marcha del Valle en 1965, llegando a los albores del siglo XXI en el más absoluto ostracismo. Pero, como el Ave Fenix, fue capaz de resurgir de sus cenizas. Así, en 2008, el IAPH lo restauró a conciencia, devolviéndole su policromía original. Después, se fijó que cada Viernes de Dolores paseara por las calles de la feligresía en Via Crucis y, a finales del pasado año, fue elegido para ser la pieza clave para la exposición sobre imaginería barroca religiosa en tierras anglosajonas.

Y allí ha dejado boquiabiertos a todos. No ha parado de acaparar portadas y elogios, sobre todo de todos aquellos entendidos en arte que jamás habían podido ver tan de cerca el buenhacer de la gubia de Montañés. Así, en apenas unos meses, el Señor de los Desamparados ha recuperado su importancia capital en el mundo de la escultura del XVII, convirtiéndose, por derecho propio, en un reclamo básico para visitar el Santo Ángel, adonde llegará el próximo lunes con la intención de quedarse para siempre. Allí estará en su capilla, esperando recibir tantas visitas como las que tuvo en tierra extraña y, por qué no, poder recuperar en un futuro el componente devocional que le acompañó durante todo el siglo XIX, cuando procesionaba cada Miércoles Santo. Para ello, sólo hace falta que la ciudad sepa apreciar la envidia que despierta en otras muchas por tener acceso continuo a joyas como ésta y la recupere definitivamente del olvido. Méritos no le faltan para que lo haga, sólo tiempo y, quizás un poco más de 'chauvinismo'.

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