miércoles, 2 de junio de 2010

Vísperas y preparativos

La ciudad ya mira al Corpus. Quedan apenas unas horas para que el centro reciba al Santísimo y no habrá rincón en el que desde esta tarde no se preparen las cosas para recibirlo como se merece. Al caer el sol, con la fresquita, se pondrá en marcha esa vigilia que cada año se repite y atrae a locales y foráneos como si fuese irrepetible y diferente. La magia de los altares y los traslados acapararán miradas en unas horas en las que Sevilla paladea suavemente la espera de uno de sus días más grandes.

Porque cuando el reloj marque la 'hora bruja', se iniciará el 'tercer jueves del año que reluce más que el sol', el de esa procesión que comienza a entrar justo cuando ha acabado de salir y que hace años era, incluso, más importante que la propia Semana Santa. Por eso, no es de extrañar que las próximas vayan a ser horas llena de trabajo para muchos, ésos que se afanarán en agasajar a la Sagrada Forma desde efímeros altares levantados en plena calle o en escaparates que darán mayor relevancia, si cabe, a la festividad del Corpus en la ciudad.

Y es que se viven las vísperas de un día grande, tanto como para que la patrona del Ayuntamiento, la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, duerma a cielo abierto en la plaza de San Francisco. Lo hará tras abandonar su casa en San Julián hacia las 20.00 horas y quedándose dormida delante del consistorio mientras escucha el eco de los sones de la Banda Municipal en el concierto que realizará en honor al Santísimo. También se escuchará música, aunque de carácter más cofrade, junto a la capilla de San Andrés, en el certamen que organiza Los Panaderos con motivo de la coronación de la Virgen de Regla, y en la iglesia de Los Gitanos, donde actuará la agrupación musical de la Victoria de Arahal.

Serán el preludio de una noche que muchos pasarán despiertos entre preparativos y adornos, mientras que otros ya se habrán ido a la cama tras visitar los pasos del Corpus en la Catedral. En cualquier caso, todos saben que al día siguiente toca madrugar. Ya sea para ver los primeros destellos del Sol acompañando al Señor de la Cena hacia el Palacio Arzobispal o, simplemente, para coger un buen sitio para ver la procesión en la Avenida. Porque la ciudad desde esta misma tarde olerá ya a incienso y romero, porque en unas horas el Santísimo hará suyo el centro de la ciudad.

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