viernes, 25 de junio de 2010

Se acabó la pesadilla

Tras cinco días de tensión y casi 107 horas de espera, la normalidad regresa a la basílica del Gran Poder. Hoy, por fin, han desaparecido los miedos, las miradas a un altar ocupado por una cruz que nunca debió de bajarse del hombro derecho de quien la porta, la intranquilidad sobre el estado del Señor de Sevilla... porque esta mañana, desde primera hora, el Hijo de Dios ya está en su casa. Se encuentra a la misma altura de sus fieles, presto a recibirlos y a devolverles el cariño que le han demostrado desde que estalló la tormenta y durante el tiempo en el que estuvo 'hospitalizado' al cuidado de Álvarez Duarte.

Hoy, la ciudad se viste de vísperas de Jueves Santo, volviendo a postrarse a sus plantas, dispuesta a besar las manos del Mejor de los Nacidos, dejando claro que no está hecha de "madera muerta", sino de la suma de los sentimientos de sus fieles, ésos que no han dejado de sentir un aire frío en los pulmones desde que supieron que alguien, en pleno siglo XXI, quiso emular a un centurión romano y volver a maltratar a Jesús en su propia casa. Pero eso, ya es parte del pasado y ha pasado a un segundo plano, porque hoy de lo único que se habla en la vieja Híspalis es de que el mayor de sus tesoros está de nuevo en su cofre, presto y dispuesto a seguir cuidando de tantos y tantos sevillanos que pasarán ante sus ojos en busca de ayuda y con la devoción y la oración como única moneda de cambio.

En pleno Junio Eucarístico, San Lorenzo se ha convertido en el mejor escenario posible de la religiosidad de la ciudad en un día grande que, hace menos de una semana, no había ni proyecto de que apareciese en rojo en el calendario. Porque la ciudad sonríe hoy de oreja a oreja, como lo hace Juan de Mesa, que desde que comenzó a tener la compañía de la policía en la plaza se asió más fuerte al trozo de madera que tiene a su lado y en el que se intuye la cara del Hijo de Dios. La misma que brilla más que nunca con la expresión sumisa y sufrida de siempre. Es la magia del Señor de Sevilla, que con su sola presencia es capaz de acabar con cualquier miedo y que en este 25 de junio de 2010 pondrá fin a la pesadilla más dura que han tenido que soportar los cofrades hispalenses en muchísimo tiempo.

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