jueves, 8 de julio de 2010

'El efecto Gran Poder'

Se veía venir. Estaba más que claro que la agresión sufrida por el Gran Poder (puedes volver a leerla aquí) iba a marcar un antes y un después en las medidas de seguridad de nuestros titulares. Yasí ha sido. De hecho, basta darse una vuelta por la basílica de San  Lorenzo para comprobarlo. Allí, en su camarín, el Señor de Sevilla cuenta con un nuevo 'Cirineo' desde que fue repuesto al culto: un guardia de seguridad que le vigila las espaldas y que tiene como misión que no vuelvan a repetirse escenas tan dantescas y dramáticas como las de hace un par de semanas.

Pero no sólo allí ha hecho mella el miedo. En la primitiva capilla del Patrocinio, donde pasan sus 'vacaciones' los titulares del Cachorro mientras que terminan las obras de colocación del retablo del altar mayor, sorprendía hace unos días la colocación de una pequeña vaya que cierra el paso a los fieles, evitando así que éstos puedan estar en contacto directo con los titulares. De este modo, tanto el Cristo de la Expiración y la Señorita de Triana deben atender las peticiones de sus devotos desde detrás de un cordón de seguridad que recuerda a las rejas de las capillas que en casi todas las iglesias han servido siempre para cerrarlas por la noche, cuando no había público.

Ahora, la misión de estas medidas es justo la contraria, es asegurar que los cultos pueden continuar haciéndose sin que corran riesgo las imágenes. Se trata de una dinámica que parece contradecir la visión tradicional de la ciudad como 'la tierra de María Santísima', de la 'nueva Jerusalén de Occidente'. Ya no es la devoción la que impregna las iglesias, sino el temor a que algún loco quiera atacar a algún titular, un miedo que ha medida que pase el tiempo irá desapareciendo y cediendo su sitio a lo que siempre ha sido la normalidad. Pero, al menos, habrá servido para tomar conciencia de que los Cristos y Vírgenes de las cofradías de Sevilla necesitaban una mayor seguridad.

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