miércoles, 28 de julio de 2010

Las desgracias nunca vienen solas

Hace casi tres meses, cuando Víctor García Rayo nos pregonó a las Glorias en la Catedral, utilizó una bella metáfora para aludir a Madre de Dios del Rosario, patrona de capataces y costaleros, y a las sagas de este noble trabajo en Sevilla. Utilizó para ello un frondoso árbol situado en la acera de la iglesia de San Jacinto y en el que, según su alocución, cada una de las ramas representaba a una de las familias insignes de este arte. Así, unas eran los Ariza, otra los Santiago, los Díaz-Palacios....

Pues bien, a finales de la pasada semana, el mencionado árbol se quebró por la mitad. Ésto, 'per se', salvo por el hecho del susto que provocó, no sería para nada noticia, pero la casualidad ha querido que el suceso haya tenido lugar escasos días después de una de las salidas más accidentadas que se recuerdan en la ciudad: la de la Virgen del Carmen de Santa Catalina (puedes leerla aquí). De hecho, los daños provocados por sus sucesivos choques, según se conoció hace apenas unos días, tendrán un coste de reparación de unos 7.000 euros, una cantidad altísima, sobre todo, con la que está cayendo.

¿Casualidad? ¿Efecto colateral del desastre? No es cuestión de ponerse supersticioso o buscar cosas donde no las hay, pero lo cierto es que los caprichos del azar han hecho coincidir ambas cosas en un muy breve espacio de tiempo. Una vez más parece que se hace realidad eso de que "las desgracias nunca vienen solas". A ver si también van de la mano tanto la recuperación del árbol para dar sombra a San Jacinto y el andar bello, elegante y, sobre todo, seguro, en el palio que se viste de Glorias.

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