domingo, 4 de julio de 2010

Tirando de DVDs

Primer fin de semana de julio. En Sevilla, los termómetros pasan, y mucho, de los 40 grados, mientras que las calles permanecen huérfanas de pasos. De igual modo, muchos buscan en las playas el frescor que la climatología les niega aquí y deciden poner pies en polvorosa ya sea para regresar antes de entrar en el trabajo el lunes o cuando finalicen las vacaciones. Con este panorama, muchos podrían pensar que las ganas de cofradías desaparecen, que son sustituidas por las de un baño en el mar o en una piscina, desconociendo que ambas cosas son perfectamente compatibles.

De hecho, aparte de la innumberable cantidad de marchas que se pueden escuchar silbadas en una playa, es probable que si se hiciese un estudio pormenorizado de cómo pasa cualquier 'capillita' sus vacaciones, éste arrojase un denominador común en la mayoría de los casos: el visionado de DVDs de Semana Santa a media tarde. Y es que es una estampa tremendamente típica esa que se produce en muchísimos pisos de las costas de Huelva o Cádiz, por ejemplo, en los que con la persiana bajada, en penumbra y con el aire acondicionado puesto, se devoran imágenes de pasos por las calles, ya sea de este mismo año o de otros anteriores., de piezas originales o grabadas de la televisión Incluso, hay quien sin salir de Sevilla lo hace, pensando que quizás podrá así paliar la espera, hacerla un poco más corta sobre todo en esta fase del año en la que parece más lejana la llegada de un nuevo Domingo de Ramos.

Porque a quien le entra este veneno del amor por todo lo que huela a cofradías, no puede hacer otra cosa que buscar algo de medicina que le ayude, algo que, en ausencia de procesiones, cumplen a la perfección los DVDs, como anteriormente lo hicieron los VHS o ya empiezan a hacerlo los discos duros, haciendo rememorar en estos días de calor sofocante e innumerables gotas de sudor, ésos en los que la ciudad huele a incienso y azahar, en los que Dios pasea por sus calles y no hay más horas que las que marca un programa de mano. Y es que aún falta tanto, que sólo se puede seguir esperando.

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