lunes, 26 de julio de 2010

Un retorno sin salida

Anoche, justo cuando se llegó a la 'hora bruja', Triana se quedó dormida a los sones de una nana flamenca, la que las cornetas y tambores de la banda de las Tres Caídas en honor a Santa Ana. Este año, a diferencia de lo que ocurrió durante los dos años anteriores, la Abuela de Dios y destinataria de estas notas musicales sí pudo escucharlas desde el interior del templo que lleva su nombre, puesto que a medidados de este mes regresó del IAPH, donde se le ha practicado una profunda restauración tanto a Ella como a las tallas de la Virgen y el Niño que la acompañan.
 
Así, con la torre de la iglesia engalanada y cientos de vecinos que vendrán a visitarla, la Vecina más antigua del barrio celebrará su onomástica, mientras a la vera del río, en la calle Betis, aún resonarán los ecos de la música de las casetas que celebran la Velá en su honor. Y es que la orilla más marinera de Sevilla está conmemorando sus días grandes, aunque, quizás, podría haberlo hecho de otra manera que habría provocado que los actos se cerrasen por todo lo alto.
 
Porque teniendo en cuenta la importancia del retorno del conjunto escultórico a la 'Catedral de Triana', se podría haber optado por hacer lo mismo que hace nueve años, cuando también un 26 de julio Anta Ana se paseó por las calles del barrio, devolviéndoles la visita a aquellos que durante el año se acercan a verla en su 'casa'. De haberlo hecho, habría sido la quinta vez en 100 años que habría salido, tras haberlo hecho también en 1916, 1940 y 1972. Sin embargo, esta posibilidad no se tuvo en cuenta en ningún momento.
 
De este modo, una vez más, sólo se ha podido disfrutar de la réplica suya que aparece en la Custodia del Corpus del barrio. Por ello, y como una Abuela más, la de Dios se ha limitado a recibir felicitaciones de los suyos en casa, sin mesa camilla pero saliendo al paso para recibirlos. Una pena, porque la ocasión era extraordinaria para recuperar una salida que, desgraciadamente y con lo que gusta en Sevilla ver un paso en la calle, se ha perdido casi definitivamente. Qué bonito sería que la Velá se cerrase con su titular en la calle, que se recogiera a los sones de esa nana que cada medianoche del 26 de julio la invita a dormir. Pero, de momento, para verlo sólo podremos verlo después de que nos arrullen, en sueños. Ojalá, en unos años, también podamos disfrutar de ellas despiertos.


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