lunes, 31 de enero de 2011

Un granadino en Sevilla

La jornada de ayer nos regaló una imagen única e irrepetible en Molviedro. Allí, por unas horas, en la vieja capilla del Compás de la Laguna hubo dos tallas de Jesús Despojado. Una, la de la corporación del Domingo de Ramos, que desde su altar vio como recibía la visita de su homónimo de Granada, que ha pasado unos días en la capital hispalense para pasar por el taller del escultor que lo talló, Ramos Coronas, a fin de que fuese restaurado de cara al Vía Crucis de Madrid del próximo verano.

Así, y aprovechando las buenas relaciones que la hermandad sevillana tiene con el imaginero, que realizó hace unos años las figuras secundarias del misterio, la imagen fue trasladada a la sede canónica de esta, donde no sólo estuvo expuesta todo el día, sino que también presidió una misa en su honor. De este modo, frente a frente, compartieron templo dos formas de imaginar a Cristo en ese momento, con sus similitudes y sus diferencias, pero también dos Semanas Santas tan iguales y tan diferentes a la vez como las de Sevilla y Granada, que por unas horas, se dieron la mano.

Hoy, todo eso será ya parte del recuerdo; una anécdota de tantas que surgen vinculada al mundo de las cofradías en momentos puntuales. Pero ayer fue el reclamo al que muchos cofrades acudieron para paladear una estampa bellísima y, cuanto menos, digna de ser admirada. Porque, por un día, Molviedro fue más que nunca el monte Calvario, en ese instante en el que todo está a punto de llegar, aunque aún no ha llegado. Igual que se siente Sevilla en estos días, o como también lo hará Granada. Y es que en el viejo Compás de la Laguna no sólo se vivió una casualidad para finalizar la semana, sino la mejor metáfora posible de lo que Andalucía siente en este enero que se nos acaba.

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