martes, 26 de abril de 2011

Detalles Semana Santa 2011 (I): Decisiones e indecisiones

Muy a nuestro pesar, la Semana Santa de 2011 se han convertido en un auténtico carrusel de cabildos extraordinarios que han convertido en protagonistas de muchas hermandades más a sus juntas de gobierno que a las propias imágenes. En este sentido, cabe destacar que la inmensa mayoría de elecciones fue la correcta, suspendiendo una estación de penitencia que la lluvia se encargó de dilapidar. No obstante, y aunque a 'toro pasado' podría resultar incluso ventajista hacer un análisis de todas, algunas arrojan importantes dudas sobre si se tomaron con la cabeza fría o, por el contrario, pesaron más otro tipo de factores como el corazón o el pasado reciente.

Sin ir más lejos, y dentro del segundo grupo, se podría incluir la primera no salida de este 2011, la de San Pablo. La decisión se tomó 'ipso facto', pocos minutos antes de cuando se debería haber puesto en marcha la corporación y a tenor de unos pronósticos que hablaban de hasta un 60 por ciento de posibilidades de chubascos. Sin duda, la archiconocida tromba sufrida el año pasado y que tantísima polémica levantó, pesó muchísimo para decantarse por la opción de quedarse en casa, aunque el desarrollo posterior del Lunes Santo se encargó de demostrar que fue errónea. De hecho, salieron las ocho cofradías restantes sin problemas, lo que demuestra que en El Polígono debieron de tener algo más de paciencia y no haberse dejado llevar por los recuerdos, que eliminaron cualquier margen de maniobra.

Al día siguiente, el Martes Santo, se produjeron dos situaciones que, a buen seguro, darán mucho que hablar durante los próximos meses. La primera, en Los Javieres, donde a Maruja Vilches, hermana mayor en funciones, le pudieron más las ganas que la realidad. No en vano, ella fue la que deshizo el empate de las votaciones para decidir qué hacía la hermandad, decantándose por ponerse en la calle para llevar a cabo "un importantísimo acto de fe". Sin embargo, la alegría inicial que provocó su 'sí', que generó una sorpresa espectacular en San Benito, que estaba decidiendo a la misma hora, se convirtió en zozobra y casi esperpento cuando se abrieron las puertas de Omnium Sanctorum y se vio que caía el agua a caños y que, por tanto, era imposible salir. Pero, ¿había tanta prisa para ponerse en marcha cuando ni San Esteban ni Los Estudiantes, las dos siguientes en el orden del día, no salir y se podía usar su tiempo? En cualquier caso, la espera, como demostraron después los acontecimientos, no habría servido de nada, salvo para dar algo de lógica a una determinación que le va a costar caro a la buena de Vilches.

Pero no fue la única decisión criticada de esa jornada. Y eso que en la otra deberíamos entonar todos el 'mea culpa', por generar un ambiente de ilusión y casi heroicidad en torno a La Bofetá, que se creyó a pies juntillas que volvíamos de nuevo a aquella tarde de 2003 en la que fue la única que hizo estación de penitencia. Tanto es así, que la junta rectora presidida por Manuel Toledo se dejó llevar por la euforia y unos pronósticos algo halagüeños para poner la cofradía en la calle. Ahí empezó su calvario. Sobre todo por su falta de reacción cuando empezó a chispear con el paso en la calle y, lejos de volver a la parroquia de San Lorenzo, indicó que se siguiese adelante mientras el agua iba arreciando. Al final, y tras poco menos de un cuarto de hora dantesco, la hazaña se cayó como un castillo de naipes y el cortejo, deshecho y mojado hasta las trancas, tuvo que regresar sobre sus pasos tras haber corrido un riesgo tan alto como innecesario, porque la historia, se quiera o no, nunca pasa dos veces por la misma puerta.

Este hecho pesó muchísimo para el resto de corporaciones del Jueves Santo, la Madrugá y el Viernes Santo, que fueron mucho más conservadoras y optaron por evitar tentar a la suerte quedándose en sus templos. No obstante, El Sol desafió a los elementos poco después del mediodía del Sábado Santo, poniendo rumbo a la Catedral con unos vaticinios de hasta el 80 por ciento de agua. Como en aquel Sábado de Pasión de 2007, la hermandad del Plantinar tiró de valentía para pasearse por las calles aunque no como en aquella ocasión sin salir de su barrio, sino con destino a una Catedral que buscó con mucho más ahinco del previsto inicialmente después de ver cómo chispeaba varias veces y el cielo se ponía su túnica de ruán negro.

Con este panorama, La Trinidad dudó y esperó media hora para iniciar una estación de penitencia que querían que fuera "lo más digna posible" y con un recorrido algo más corto, pese a que Los Servitas, con los mismos pronósticos en la mano, abortaron cualquier culto externo. Así las cosas, la lluvia volvió a hacer acto de presencia y a derramarse con violencia sobre la capital hispalense, mandando de nuevo a la basílica de María Auxiliadora al misterio del Decreto y sus tramos de nazarenos, que lloraron casi tantas lágrimas como gotas caían del cielo. Mientras, junto a la Seo, El Sol hizo lo mismo que el astro rey y buscó refugio en el templo metropolitano, donde permaneció hasta que una clarita le permitió volver a casa.

Hasta que esta llegó, Sevilla pareció estar sufriendo los efectos del Monzón, puesto que las tormentas se sucedieron sin solución de continuidad, demostrando que una cosa es que se tuviesen muchísimas ganas de Semana Santa y otra bien distinta los condicionantes que pone ante nosotros la realidad, que son los que definitivamente más pesan y debemos tener en cuenta antes que cualquier otra cosa. Sólo así se pueden evitar errores como los cometidos por estas cinco corporaciones en este año, que deben ser acogidos sabiendo que se va aprendiendo a base de la experiencia y que tan sólo se puede llegar a ser sabio sabiendo rectificar.

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