La Semana Santa más lluviosa que recordamos entra
definitivamente en su recta final. Tanto es así, que hoy viviremos la última
tarde de cofradías, esa en la que intentaremos resarcirnos de los sinsabores de
una ‘Triada Sacra’ que ha resultado tan húmeda como yerma y en la que
intentaremos disfrutar como nunca en previsión de que la espera vuelve a llamar
con fuerza a la puerta. Y para dar más simbolismo a la jornada, la encargada de
abrirla será la hermandad de El Sol, que por segunda vez llevará aires decimonónicos
del Plantinar a la Catedral, entre los sones clásicos de cornetas y tambores que
acompañarán al Varón de Dolores y un palio de caoba en el que queda enmarcado
el diálogo de la Virgen, San Juan y la Magdalena.
También la solemnidad se hará presente junto a San Marcos,
donde Los Servitas volverán a poner en las calles la piedad entre faroles de
plata compuesta por el Señor de la Providencia y la Virgen de los Dolores, pero
también la única Virgen de la Soledad que procesiona por Sevilla entre varales
y bambalinas. Y en la Ronda, el misterio de La Trinidad se revelará de nuevo
por completo en el misterio del Decreto, dando paso al estreno del nuevo barco
sobre el que surcará la ciudad el Señor de las Cinco Llagas, que, como toda la
corporación, seguirá los designios que marque la Virgen de la Esperanza.
Mientras, en Alfonso XII, la ‘Canina’ nos pondrá sobre aviso
de que todo está consumado, que la muerte, una vez más, ha superado a la propia
muerte, por más que esté presente en la urna del Señor Yacente y en un duelo en
el que todos daremos el pésame a la Virgen de Villaviciosa. Porque, muy a
nuestro pesar, otra Semana Santa agoniza, dejándonos en el alma ese escalofrío
de Soledad que siente cada Sábado Santo San Lorenzo, haciéndonos pelear por no
derramar lágrimas como esa Virgen que no tiene más compañía que la de una cruz
y un sudario vacío, como vacía se queda nuestra alma hoy, por más que sepamos
que a la mañana siguiente quedará el último tirón en Santa Marina.
Por eso, existe la obligación de disfrutar al máximo de este
día, porque seguro que habrá un mañana, sin duda. Pero su tarde ya no estará
preñada de pasos y bullas, de esperas y programas de mano. Porque, tal como
vinieron se nos van los días grandes, esos que llevábamos esperando más de un
año. En este sentido, no caben excusas: hay que echarse a la calle desde
primera hora, porque el último tramo de esta Semana Santa ya está desfilando.
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