martes, 12 de abril de 2011

Una duda con fecha de caducidad

Queda un par de días para que La Cena viva el que, quizás, sea su retranqueo más importante de los últimos tiempos. Al menos, desde que llegó a los Terceros hace tres décadas, puesto que, si todo sale bien, este año el misterio de la corporación podría cambiar sus característicos faroles por unos candelabros que no le dan luz desde que dejó de cruzar la ojiva de Omnium Sanctorum en las tardes del Domingo de Ramos. De momento, el paso está montado con ellos y la intención de la junta de gobierno es la de rescatar esta estampa perdida, pero todo está supeditado a lo que ocurra pasado mañana.

Entonces, se comprobará si, como desea lá cúpula decisional de la cofradía, los candelabros (que proceden del paso de la Virgen de la Encarnación de Gloria y datan del siglo XIX) aportan movimiento, dinamismo y luminosidad a la escena o si, por el contrario, estéticamente quedan mejor los faroles, a lo que Sevilla llevaba acostumbrada desde hace mucho. Por ello, no es de exrañar que en los mentideros cofrades el debate ya esté abierto, habiendo a partes iguales defensores y detractores de esta medida que, en cualquier caso, no es definitiva y su puesta en práctica pende de un hilo.

Y es que, aunque ya haya habido muchos cofrades que hayan visitado los Terceros durante la pasada semana para fotografiar el miserio como hace unos treinta años, la posibilidad de que esta escena pueda  disfrutarse a cielo abierto depende de lo que pase dentro de dos noche en el interior del templo de la calle Sol. Allí, la primera chicotá del año del misterio, esa que no cuenta ningún paso pero todos hacen, se convertirá en decisiva para ver cómo son las demás, saliendo de de ella si la única Cena que en Sevilla se celebra a media tarde se alumbrará con faroles o candelabros cuando la noche venga a acompañarla en la recta final de su recorrido.

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