jueves, 21 de abril de 2011

Sevilla se viste de mantilla

La ciudad despierta hoy con un aire diferente, consciente de que no llega a un día más, sino a uno de los que tienen mayor importancia para la capital hispalense de cuantos contiene el calendario. Es Jueves Santo, momento en el que Sevilla luce sus mejores galas y se viste de mantilla para vivir a fondo una 'Triada Sacra' que pondrá en las calles a un total de veinte hermandades en apenas 24 horas, dejando el programa de mano casi sin hojas y dejando una sensación de nostalgia que incluso a primera hora, cuando visitemos cualquier iglesia, podremos empezar a paladear.

Pero, pese a ello, no podemos contener las ganas de ver cómo la Ronda se tiñe de blanco y azul con los nazarenos de Los Negritos, precediendo al único crucificado que procesiona entre faroles, el de la Fundación, y al palio más peculiar de cuantos tiene la ciudad, el de la Virgen de los Ángeles. Mientras, la plaza de Montesión asistirá a la salida que se recuerda de la corporación que le da nombre y rezará hasta en trece ocasiones. La primera, ante el misterio de la Oración en el Huerto, mientras que las doce restantes vendrá marcadas por cada uno de los Rosarios que coronan el palio de la Reina de la calle Feria, la misma que tuvo el honor de ser la última en pasear entre bambalinas en 2011 por Sevilla.

Al otro lado del río, en Los Remedios, Las Cigarreras seguirán ganando la partida a una Columna y Azotes que sólo toman ventaja cuando el cofrade tiene ante sí la portentosa composición que elaboraron entre Buiza y Navarro Arteaga. Y es que, pese a los esfuerzos de la junta de gobierno de la corporación, su única Victoria se encuentra entre varales, puesto que estaba batalla la tienen perdida desde hace tiempo en beneficio de la tradición. Como en costumbre se está transformando, muy a nuestro pesar ver a La Exaltación iniciando su estación de penitencia desde Los Terceros, junto a una Santa Catalina que sigue sin fecha para su resurrección y por la que no sólo derramará Lágrimas, una vez más, la Virgen, sino también un Señor mientras lo izan mira al cielo implorando una pronta solución a una situación que ya dura demasiado.

Y también hacia arriba apuntarán los ojos de toda la ciudad a los pies del paso de La Quinta Angustia, acompañando en su dolor sin llanto a su titular Mariana y estando pendiente, como Ella, al cuerpo inerte de su Hijo, que desafiará a la gravedad pendiendo de una sábana a la que Sevilla transmitirá su fuerza para que no se caiga. Por su parte, el clasicismo campará a sus anchas desde la Anunciación, reflejándose en los espejitos del misterio de la Coronación de Espinas, quedando salpicada de nuevas tendencias con el paño de la Verónica que este año estará junto al Nazareno y confirmándose entre cada uno de los triángulos que componen el exorno floral del la Señora de la calle Imagen.

Mientras, el Salvador enmudecerá frente a esa obra de arte que creó Martínez Montañés y que la capital hispalense llama Pasión. Así, una vez más, el espectacular canasto de plata que salió de la imaginación de Guzmán Bejarano reflejará mil y un flashes, mientras desde los balcones las saetas pondrán la banda sonora. Aunque todo cambiará cuando encare la rampa la Virgen de la Merced, que este año por fin volverá a procesionar como hacía hasta hace poco más de un siglo: con música. De este modo, tanto para Ella como para San Juan no será un Jueves Santo más, puesto que no será su diálogo lo único que escucharán, algo en lo que coincidirá con las sensaciones del resto de cofrades, que ya tendrán que volver a callar horas después, cuando el día cambie su nombre por el de Madrugá.

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